Infancia: Final 3/3

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Se tuvo la oportunidad y se hizo una pequeña fiesta de cumpleaños cuando cumplí 6 años; curiosamente mis hermanos cumplen años 5 días antes que yo, así que lo celebraron en el día que ellos dos cumplen por los tres. Fue algo bonito. Mucha de la familia de mamá y parte de mis parientes asistieron, mostrándose amigables con todos y, aunque no los conocía, parecía que ellos si a nosotros. Se decidió hacer la celebración en el vado por cuestiones de espacio; las mesas con los tres pasteles estaban al lado de un gran árbol que tenía más de 100 años al que todos llamaban "zalate", la música fue patrocinada por uno de mis primos y su camioneta con el volumen al máximo y las decoraciones por mi tía Jesús que puso hilaza por donde veía y ahí colgaba serpentinas y globos con colores variados. De comer hubo el típico "pozole y arroz" con agua de jamaica. Antes de hacer todo el procedimiento de festejar a los cumpleañeros, estuve jugando con mis primos y hermanos a "las traes" por casi todo lo que abarcaba el evento; incluyendo el huir de los que "la traían" trepando árboles, escondiéndome en lugares alejados o usando a mamá cómo escudo para huir. Mis hermanos no eran de muchas palabras porque casi no sabían hablar, más bien, eran de gritar o hacer señas para llamar la atención, pero igual de felices, así como les intenté enseñar que fueran. Al comenzar la cantada de "las mañanitas" cada cumpleañero estaba enfrente de su respectivo pastel que tenían distintas imágenes hechas con dulce y merengue. El de mi hermana tenía a Fiona, el de mi hermano tenía a Shrek y yo tenía a Burro; si, todos eran de la película Shrek porque nos encantaba verla de niño y la causa era la comedia. Luego de que nos empujaran la cara al pastel para la mordida, tocó la repartición, cortesía de mis tías y mi madre se encargaba de las gelatinas con trozos de otras gelatinas dentro (experimentos de mamá) en lo que mis hermanos y yo nos comíamos el pastel en nuestras caras. Al recibir regalos, me sorprendió la cantidad de juguetes que mis hermanos recibían y yo solo tenía ropa y un juguete parecido a un "Max Steel". Me sentí un poco mal, pero no era para tanto, podía jugar, literalmente con cualquier cosa si usaba mi imaginación. El resto del día jugué en el brincolín que se había rentado, al menos hasta las 6:30pm que vinieron a recogerlo y luego regresamos a Tonalá para una merecida siesta luego de un gran día. Por supuesto, las cosas buenas fueron evolucionando de nivel.

Pasó el tiempo y mamá consiguió irnos "al vado" a vivir porque allá había muchísimo más espacio y aunque su trabajo le quedara más lejos, pensó en nuestra comodidad antes que la suya. Creía que al fin mis problemas desaparecerían, que todo eso quedaría atrás, y así fue. Vivimos en la casa de otra tía, que tenía más espacio y esta vez éramos de nuevo 9 en una casa: mamá, mis dos hermanos, yo, mi primo Edgar, mi primo Abraham, mi primo Samuel, mi tío Ángel y mi tía Elena. Durante año y medio vivimos en una zona extremadamente rural con lo necesario para comer, dormir y vivir justos (con esto último me refiero que lo que teníamos apenas nos ajustaba, ni más ni menos). Recuerdo ese lugar con tanta felicidad. Por las mañanas, al despertar, mis primos y hermanos íbamos con mi abuela a que nos diera la tradicional, en todas las tortillerías de ese entonces, "tortilla con sal" la cual nos gustaba mucho y daba algo de energías para regar el patio y barrer la tierra que se acumulaba, ya después era sólo jugar, comer, ayudar a recoger y pasar la tarde (sólo los fines de semana).

De lunes a viernes asistía a escuela matutina, literalmente, mi casa quedaba a mediados de una bajada y la escuela quedaba hasta arriba; era cuestión de subir unos metros y ya llegaba. Por desgracia, en esa escuela no reconocieron mi progreso académico y tuve que iniciar desde primero, pero no tendría problemas ya que era tan pequeño que podía pasar inadvertido. Mis días en la escuela fueron muy felices, me encantaba aprender y preguntar muchas cosas a mi profesora "Elizabeth". Siempre fue una de las más tolerantes de esa escuela y decían que era su consentido porque en verdad, era un amor de mujer. Con ella aprendí a reforzar mis habilidades de lectura (porque sé leer desde los 5 años) y matemáticas (se me complicaban/complican mucho). Deportes no era de mis preferidas, pero me divertía con los ejercicios y corriendo. No hacía muchos amigos, varios de mis primos iban ahí, por lo que me juntaba con ellos para jugar, platicar o comer lo que nos habían preparado de desayuno y si no lo teníamos, íbamos a la puerta principal de la escuela y ahí estaba mi mamá o mi tía, con nuestra comida.

Mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora