Vivía con una de mis tías, mi tía Jesús (Chuy) en un lugar a una hora de diferencia de mi preparatoria. En ese tiempo estudiaba y trabajaba y claro que me traía problemas tanto personales como económicos.
Una noche que volvía de la preparatoria, tenía puesto el suéter de una amiga que me prestó. Era un suéter que figuraba ser un gato, con orejas, cola y todo eso, pero me quedaba bastante grande, aún así me lo prestó. Caminaba para tomar el autobús que me llevaría a casa de mi tía y voy viendo por la banqueta un gato pequeño que se tambaleaba al caminar. Me reí algo bajo al verlo, le dediqué unas palabras, las cuales creo que ignoró porque giró su cabeza y seguí adelante.
Escuché un "toc" y volteé la mirada, el pequeño gato se había caído de la banqueta. Me volví a reír, sonreí, alcé la mirada y vi con un poco de miedo un autobús de la ruta 614 que venía algo rápido a pesar de los topes que habían antes. El gato ya estaba a media calle aún tambaleándose y, como si de adrenalina se tratase, me regresé casi corriendo y crucé la calle, bajando mis brazos y llegando al otro lado con mi corazón en la mano. Me sacó de mi trance un pequeño maullido que venía de mis brazos.
Así de cerca lo vi detenidamente: Un gato que no pasaba las 3 semanas de nacido, pelaje muy sucio, lagañas en los alrededores de sus ojos y un olor algo fuerte que venía de su pelaje. Temblaba bastante.
- Calma, no te preocupes, ya estoy aquí - Le dije, mientras lo colocaba entre mi pecho y el sueter y seguía mi camino.
Antes de llegar a la parada, compré alimento para el animal y seguido (como pude) me subí al transporte con un montón de gente viéndome por la criatura entre mis brazos. Todo el tiempo lo calmé y le tapé los oídos ante ruidos muy fuertes.
Cuando llegué a mi destino, le dije a mi tía lo sucedido y de inmediato se enfadó conmigo, ella odiaba las mascotas porque de pequeña siempre se les morían. Me ordenó regalarlo pero le pedí una oportunidad con mucha súplica a lo cual aceptó con disgusto. Desde que llegó, notaba que siempre se tambaleaba hacia la derecha y se me hacía raro, por lo que un día la llevé al veterinario y resultó ser que tenía un trauma cerebral causado por algún golpe fuerte y por eso se hinchó parte de su cerebro, por suerte tenía cura; le aplicó una inyección que hizo que la gata entrará en un frenesí de dolor, arañando la caja en la que la traía y tratando de salir, maullando de dolor. Seguí el tratamiento del veterinario para su recuperación completa.
En un par de semanas, la gatita ya estaba limpia, sin pulgas ni parásitos, con su cabecita en correcta posición y con un muy buen estado físico (menos esquelética de cuando la encontré). Decidí ponerle como nombre "Shine" que es resplandor en inglés en honor a la luz del conductor que casi me cega al cruzar la calle.
Mi tía, irónicamente, se encariñó de ella, pues está sola, sus hijos ya son mayores y no tiene compañía en el día. A veces, Shine, iba y le maullaba por comida o se trepaba a la mesa para que la acariciaba. Siempre que llegaba de la escuela, eran quejas de mi tía, pero cuando me las decía, lo hacía con una sonrisa o se reía. Era lindo.
Los meses pasaron y Shine estaba grande y regordeta, la verdad, era ya una de mis razones para volver a casa con una sonrisa. Mi tía siempre me regalaba porque, cuando no la dejaba salir de mi cuarto, maullaba mucho y mi tía no es de mucha paciencia. Todo lo que ella necesitaba estaba en mi cuarto; comida, bebida y arena para sus necesidades. Obviamente lo ventilaba cada vez que llegaba y le encantaba dormir conmigo, aunque tuve que enseñarla a dormir en un lugar distinto.
Al final de cuentas, mi tía me regresó a con mamá porque estaba muy angustiada por mi estado (en ese entonces comencé a sentir un dolor raro debajo de mi pulmón izquierdo), me tuve que apegar a las reglas más de a fuerzas que de voluntad y tuve que regalar a Shine. Por suerte, una amiga de la preparatoria que recién se unía a la clase buscaba una mascota para alegrar la pérdida de un perrito recién nacido en casa.
El día que la llevé, Shine se comportó muy agresiva y desesperada, pues no le gustaba que la cargarán y menos en una caja. Al entregarla, mi amiga estaba encantada, le di la cartilla de vacunación, le di un beso en la cabeza al gatito y me retiré, con el dolor de oír sus maullidos a una cuadra de distancia de donde la entregué.
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Mi vida
NonfiksiUna historia más para el repertorio, sólo que con más detalle de cómo me he formado. Todo lo escrito aquí es producto de mi vida, cualquier parecido con otra persona es mera coincidencia.