Capítulo 4.

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Hace dos días que llegué a Londres, casi ni he ido a hacer turismo, estaba demasiado ocupada en pensar que más podría añadir a mi lista y el tiempo pasaba demasiado rápido. 

12. Disfrazarme un día sin ningún motivo y salir a la calle con el disfraz más absurdo y vergonzoso que encuentre en una tiena de disfraces.

13. Ir a un concierto, preferentemente de Bon Jovi o en su defecto algún otro grupo importante.

14. Contemplar el amanecer.

15. Contemplar el atardecer.

16. Celebrar el inicio de la primavera en la India.

17. Atrapar luciérnagas en un frasco y después volverlas a soltar.

18. Hacerme un tatuaje.

19. Pintar un cuadro con los ojos cerrados y después colgar el resultado en la pared.

El nombre de Michael se ilumina en mi móvil, me hizo prometerle que lo llamaría para quedar con él y ver el piso, pero en realidad ni me había acordado.

- Hola.

- Menos mal que me llamarías. 

- Solo han pasado dos días.- Escucho su risa al otro lado del teléfono.

- ¿Quieres que te vaya a buscar? A no ser que ya tengas algo mejor que hacer.

- Claro, venme a buscar.

- Pásame tu dirección por un mensaje y estaré allí lo antes posible.

- Nos vemos.- Colgamos el teléfono y le envío mi dirección, cojo un abrigo y un gorro de lana ya que en esta época en Londres hace demasiado frío y meto el papel con mi lista en el bolso, junto a un bolígrafo y el resto de cosas que ya tenía dentro. Bajo a la recepción del hotel para esperar allí a Michael, tarda como unos 10 minutos en llegar, se baja de un coche azul oscuro, pequeño, creo que es un ford, lleva puesta una gabardina algo que en mi opinión no le pega con el estilo de ropa que llevaba cuando lo conocí, él también lleva un gorro de color gris. Sonríe al verme y como un cabellero me abre la puerta del coche para que entre en él.

- Siento que tengas que pasar frío pero la calefacción del coche se me ha estropeado y como no lo uso mucho no vi necesario cambiarla, ahora veo mi error.- Yo me rio, mientras froto mis manos para que dejen de estar tan congeladas.

- No te preocupes, está bien.

- Te prometo que en mi piso hay calefacción y nunca se pasa frío.

- ¿Vamos ahora a allí?

- Claro, a no ser que prefieras ir a otro sitio.- Yo niego y él sonríe. Hoy sus labios están más rojos que el otro día, supongo que por el frío, hacen un contraste increíble con la palidez de su piel, no me había fijado del todo bien en lo atractivo que resulta. Sacudo la cabeza para quitarme todo eso de la mente, acabamos de meternos en un atasco, Michael resopla y yo aprovecho para escribir en mi preciado papel la última idea que ha cruzado mi mente.

20. Dormir bajo las estrellas. 

- ¿Qué escribes?- Michael observa como guardo la lista de nuevo en mi bolso.

- Nada, tonterías mías. 

- Está bien.- Decide no insistir y vuelve a poner la vista sobre la carretera en cuanto los coches se mueven. En unos veinte minutos ya está aparcando el coche.- He tardado el doble de tiempo que cuando fui a por ti, es increíble.- Ambos salimos del coche y vamos corriendo hasta su portal, yo estoy temblando y a él o no le queda mucho para empezar o lo disimula muy bien.- Está en el segundo piso, no tiene ascensor pero no hay mucho que subir.- Yo asiento mientras lo sigo subiendo las escaleras, él incluso las sube de dos en dos dando pequeños saltos, parece un niño pequeño. Después de subir dos tramos de unas 20 escaleras cada uno se para frente a una puerta, 2ºB.- Espero que te guste.

Don't ever leave. (Michael Clifford)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora