Capítulo 33.

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Durante todo el viaje de avión no he podido dejar de imaginarme mi vida sin ella mientras su cabeza descansaba en la ventanilla del avión, seguramente ella durmiera todo el viaje. Yo solo podía verme a mi solo en la calle rodeado de personas con sus parejas, disfrutando del amor de su vida mientras yo solo podía resignarme y continuar mi camino al cementerio para dejar un par de flores en la tumba del amor de mi vida. Es tan absurdo, hace como 3 meses que la conozco y ya estoy enamorado, es como si a su lado todo fuera mucho más rápido, como si esos momentos que se tienen al día en los que el tiempo va a la mitad de su velocidad, a su lado no existieran, con ella siempre pasa todo el doble de rápido y eso es algo que todavía me asusta más, es como si no pudiera llegar a disfrutar completamente de ella nunca. Me da miedo que cuando ella se vaya yo me arrepienta de no haber hecho algo a su lado, de haber tenido una cena romántica a la luz de las velas, de no bañarnos en el mar a altas horas de la noche, de no haber dado un tranquilo paseo por un parque una noche de otoño, de no haberle dicho las veces suficientes lo mucho que la quiero y lo mucho que la echaré de menos. 

Ella se mueve en su asiento, girándose hasta apoyar su cabeza sobre mi hombro. La miro y veo esa expresión de tranquilidad en su cara, la que tiene siempre, nunca está nerviosa, ni cuando le dan los ataques y se queda sin respiración, incluso ahí es capaz de conservar la calma, ojalá yo pudiera ser como ella, ojalá no se me cayera el mundo encima cada vez que la veo sufrir. Ella pasa su mano por mi abdomen mientras hace ruidos graciosos con la boca, yo beso su cabeza y entrelazo mis dedos con los suyos sobre mi barriga. Está ardiendo, casi siempre tiene las manos calientes, justo al contrario que yo, normalmente ella se queja por el tacto de mis manos contra su piel, pero siempre lo hace con una sonrisa.

 Vuelve a moverse y eleva su mirada hasta encontrarse con mis ojos, sonríe todavía con esa cara de haber dormido demasiadas horas y con la marca del borde de la ventana en una de sus mejillas. Yo llevo mi mano a ese lugar y la acaricio como si esa marca le estuviera haciendo daño.

- ¿No has dormido nada?

- No tenía sueño.- Se incorpora y besa mi mejilla con delicadeza.

- Creo que te conozco lo suficiente para saber que todavía estás pensando en lo que pasó esta mañana.

- Creo que me deberías conocer menos.-Ella sonríe de nuevo.

- ¿Sabes lo primero que quiero hacer cuando lleguemos?

- ¿El qué?

- Espera... ¿Será de día? 

- Si, bueno por la tarde si no calculo mal...

- Quiero hacer surf, ¿tú sabes hacerlo?

- Antes de irme a Londres no se me daba mal...

- Entonces... ¿Me enseñarías?

- ¿Te ves con fuerzas para hacerlo?

- ¿Pero tú has visto todo lo que he dormido? Tengo fuerzas de sobra.- Ambos reimos a pesar de que yo sigo preocupado.

- Entonces te enseñaré, si es que todavía me acuerdo.

- Te quiero Michael.- En cuanto lo dice me besa cortamente en los labios.

- Yo también de te quiero ___.

Don't ever leave. (Michael Clifford)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora