Capítulo 3. La Casa de la Vida.

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Nomo Vigésimo Primero. Justo después de abrir la puerta.

(Narra Rapunzel)

La puerta se abrió y solté un suspiro de alivio, no es que desconfiara de mis cualidades de maga por mucho que hubiera pasado tiempo sin usarla pero... si al realizar el hechizo no se hubiera abierto la puerta no habría soportado la mirada de Annabeth.

Ella y Percy se adelantaron y encabezaron la marcha al interior de la mansión, nada más entrar oímos un grito estridente.

-¡Felix, te juro que como no dejes de invocar pingüinos llamo a Anubis para que te lleve al reino de los muertos!

Tras el grito un ejército de pingüinos pasó andando por el gran recibidor y salieron a lo que supongo que sería un patio seguidos de un niño que corría animándoles a no detenerse.

Compartí una mirada con Hiccup y vi como este se esforzaba en no echarse a reír descaradamente, Mérida y Jack no fueron tan sutiles.

En ese instante una chica salió de la misma habitación, sin duda dispuesta a perseguir a aquel ejército y, cuando vio a Annabeth y a Percy, se detuvo en seco.

-¿Cómo... habéis logrado entrar? –nos preguntó tras unos instantes de asimilación.

Yo observé atentamente a la chica, debía tener una edad parecida a la de Percy y Annabeth pero sus ojos seguían siendo los de una niña joven y rebelde. Su pelo era color caramelo y tenía las puntas teñidas de un color azul que combinaba con sus ojos, también azules. Sus ropas consistían en una especie de traje blanco para hacer karate y llevaba unos colgantes con símbolos egipcios al cuello.

 Sus ropas consistían en una especie de traje blanco para hacer karate y llevaba unos colgantes con símbolos egipcios al cuello

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Yo también me alegro de verte, Sadie –dijo Annabeth con una sonrisa tensa.

***

(Narra Mérida)

-¿Entonces decís que vosotros podéis hacer magia con esto? –preguntó mientras observaba la varita de Rapunzel como si viera algo de otro mundo.

Rapunzel asintió mientras no le quitaba ojo a una especie de boomerang con el que según Sadie los magos egipcios hacían magia.

-Es una pena que Carter se haya tenido que ir al Nomo Primero, estoy segura de que le resultaría increíble conoceros –comentó Sadie mientras hacía una imitación cómica del tal Carter, tras eso centró sus ojos azules en Percy y Annabeth –. Sin embargo supongo que no será solo la información de que existen otros magos que no tienen que parecer salidos de una película de Kun-Fu para hacer magia lo que habéis venido a hacer a Brooklyn.

Percy y Annabeth compartieron una mirada significativa que hizo que Sadie frunciera más el ceño y devolviera con un gesto rápido la varita a su dueña. En ese momento la puerta de la biblioteca se abrió y por ella entró un chico de piel oscura que hizo que algo se estremeciera dentro de mí.

THE BIG FOUR. Los magos mestizos IIIWhere stories live. Discover now