Capítulo 1. Manzanas y malas noticias.

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Campamento Mestizo. Principios de Agosto. Por la mañana.

(Narra Rapunzel)

Abrí los ojos y descubrí que apenas quedaban unas pocas personas en el dormitorio.

-¿Qué hora es...? –pregunté frotándome los ojos y sentándome en la litera.

-Rapunzel, al fin te despiertas –me dijo entonces Cenicienta tirando de mi mano y arrastrándome al baño, lo bueno de levantarme tarde era que no tenía que esperar para usarlo.

Suspiré y me metí en la ducha, mientras dejaba que el agua caliente enrojeciera mi piel pensé en las pesadillas que habían hecho que me sintiera tan cansada, ya llevaban casi dos meses persiguiéndome y algo me decía que no me dejarían nunca.

Cuando salí me sequé el pelo y me vestí mi camiseta del campamento y unos shorts. Me miré una última vez al espejo, aun me costaba reconocerme en él.

Tras volver al campamento había decidido dar un cambiar radical en mi vida, el primer paso había sido cambiar mi pelo: ahora lucía castaño y corto.

Tras volver al campamento había decidido dar un cambiar radical en mi vida, el primer paso había sido cambiar mi pelo: ahora lucía castaño y corto

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Salí y descubrí que Cenicienta se había cansado de esperarme y se había ido por su cuenta. No podía culparla, me había convertido en una llorona amargada ese tiempo.

Salí fuera de la cabaña y respiré hondo, aquel era un nuevo día: los campistas andaban distraídamente charlando unos con otros, las barcas estaban empezando a salir al lago, un dragón caminaba alegremente por el campamento...

Volví la vista al dragón y en seguida vi que Hiccup me hacía un gesto para que me acercara, yo lo hice.

No solo yo había sufrido cambios durante ese mes, Hiccup también había cambiado... pero su cambio era más permanente que el mío. Tras pasar unos días en enfermería, Will Solace nos había explicado que solo había una solución para salvar a Hiccup... amputarle la pierna. Tras aquello habían decidido hacerle una prótesis de metal y, aunque él bromeaba mucho sobre ello, todavía se me hacía raro verle con ella... un recordatorio constante de lo inútil que soy que algunas veces se une a las pesadillas.

También Desdentado había resultado herido, como por cosa del destino, en el mismo lado de la cola que su dueño. Hiccup y Leo le había hecho una nueva con la que podía volar siempre que Hiccup le ayudara, algo era algo.

-¿Has desayunado ya? –me preguntó en cuanto estuve lo suficiente cerca.

Negué con la cabeza y ambos fuimos hacia el comedor en silencio, al cabo de unos metros oí como Desdentado gruñía.

-¿Qué ha dicho? –le pregunté a Hiccup, ya no era un secreto que él podía entenderle.

Hiccup clavó sus ojos verdes en mí y pude apreciar la preocupación en su rostro, ¿por qué era él quien me miraba así? Yo no había perdido una pierna por protegerle.

THE BIG FOUR. Los magos mestizos IIIWhere stories live. Discover now