still with you | en edición

soltar.

Soltar.

En cada rincón de mí,
esa palabra se repetía.
La vi en cada calle,
en cada local.

Soltar, soltar, soltar.

¿Qué mierda es soltar?

Quizá es más que sólo soltar ese par de pantalones viejos que ya no entran en ti,
y sabes debías desechar hacía dos años.

O quizá sea soltar todas esas palabras que guardaste ante una discusión.
Escupirlas sin más;
en su rostro
o frente al espejo.

Soltar lo viejo e ir hasta lo nuevo.
Soltar esa fecha que ya no significa nada.
Esa canción que sus letras deberían ser vagas y el ritmo el único que importara.

¿O soltar significa dejar a esa persona que te hizo feliz?

Esa persona que, en su momento, sacó tus éxitos al resplandor,
te comió el alma,
regaló enseñanzas
y se unió a tu corazón sin intención a despejarse;
pero lo hizo.

Se fue.
Y sólo.
Soltar, ¿no?

Soltarle y hacer que te suelte.
Soltarse,
seguir
y no detenerse en el ayer.
Soltar y sentir que nacen nuevamente para amar con pureza,
enamorarse sin ataduras firmes y frías.

Soltar significa amar.
Y amar significa tú.

I, xx.