Capítulo 1

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Creo que los veo.

Los postes de luces parpadeaban y hacían ver a la ciudad un poco más tenebrosa de lo normal. Natasha, sentada en una banca pretendiendo mirar al suelo, se sorprendió un poco al escuchar la voz de Daniel en su cabeza. Habían pasado minutos desde el último reporte y sus pensamientos habían comenzado a divagar.

Ahora su cuerpo se había vuelto a tensar y la joven comenzó a sentir la adrenalina subir nuevamente, haciendo que sus latidos aceleraran y que su estómago sintiera ese vacío nervioso que siempre le indicaba que se acercaba una pelea.

Están acercándose a tu área Nat, será mejor que te prepares. Ahora que estaba alerta, la voz de Alicia no la sorprendió en lo más mínimo y al contrario, dirigió su mirada hacia los lados, tratando de identificar algún transeúnte.

Al principio no notó nada fuera de lo común, la acera estaba completamente vacía y más allá del ruido del tráfico y de la música de los bares que venían desde lejos, todo estaba en completo silencio. Por aquí, la voz de Timothy le indicó, mientras que al mismo tiempo, mediante un destello de su piel -lo suficientemente sutil para no alertar a sus presas-, le indicaba dónde se encontraban.

Natasha los vio al instante. Dos hombres iban detrás de una joven. Natasha no podía calcular bien su edad, pero debía tener más de dieciocho, o al menos tener una identificación falsa, ya que caminaba tambaleando y con sus zapatos en la mano. La típica imagen de una chica después de una noche de fiesta.

Empiecen a rodearlos, Natasha ordenó mientras seguía observando a la chica. Sentía envidia de la manera en la que caminaba -despreocupada, sin tener que mirar atrás- y a la vez se sentía culpable. Ella había sido así antes y ahora no caminaba sin antes mirar por sus hombros. Sabía que a partir de esa noche, esa chica también haría lo mismo.

Uno de los dos hombres la tomó del brazo. La chica intentó gritar, pero el otro le tapó la boca. Sin pensarlo dos veces Natasha se levantó de su asiento y corrió hacia ella.

—No creo que quieran hacer eso al frente mío —dijo una vez que estaba cerca. Los rastreadores la miraron asustados y Natasha sonrió. Le gustaba ver como ellos la temían—. ¿Por qué mejor no la dejan en paz, se van a dormir y pretendemos que esto no pasó?

Leyó sus pensamientos. Ninguno de los dos parecía tener habilidades. Esto será fácil, les dijo a sus amigos mientras el primer rastreador se le abalanzaba. Sin siquiera pensarlo, Natasha esquivó su golpe y lo derribó de un puñetazo. El segundo soltó a la chica e intentó atacarla, pero antes de que pudiera hacer algo Alicia ya lo tenía inmovilizado.

—¿No crees que tu amigo sea capaz de ganar la pelea? —le preguntó en un tono burlón—. Pero si parecía no tener problema con la otra chica, ¿o es que solo se dedican a atacar a personas indefensas?

El rastreador no respondió, o más bien Alicia no lo dejó. Apenas empezó a hablar, esta le retorció el brazo y él comenzó a gemir de dolor.

—¡Daniel! —Llamó Alicia.

Natasha sintió una ráfaga mientras su amigo pasaba a su lado, en menos de un segundo este volvía a estar allí, pero ahora con dos billeteras en sus manos.

—¡Wow! Creo que a los rastreadores cada vez les pagan menos. Estos dos tienen sus billeteras prácticamente vacías.

—Supongo que no han podido capturar a nadie en mucho tiempo —le respondió Natasha—. No me sorprende, derrotarlos ha sido demasiado fácil.

Al parecer ese comentario enfureció al primer rastreador, quien sacó su arma y disparó. Natasha escuchó cinco estruendos y detuvo cada una de las balas. La cara del hombre se puso blanca con la sorpresa.

—Eso fue un error —le dijo Natasha con furia. Volvió a ver a la chica, que aún se encontraba en el suelo, paralizada por la sorpresa—. Ahora que disparaste, tengo cinco balas flotando en el aire. No hay nada más que mi voluntad haciendo que se suspendan y si yo quisiera... podría hacer que estas imparten en ti y en tu amiguito. ¿Quieres que eso suceda?

El rastreador, asustado, negó con su cabeza.

—Eso supuse. Ahora... lo que harás para que eso no pase es irte de aquí junto con él. Ambos renunciarán y no volverán a usar este uniforme. Si por algún motivo los vuelvo a ver deambulando por las calles haciendo esto mismo... créanme que no tendré la misma piedad. ¿Entendieron?

Natasha no tuvo que ver al segundo rastreador para saber que este también asentía.

—Déjalo ir —le dijo a Alicia.

Su amiga obedeció y ambos rastreadores salieron corriendo. Natasha se agachó y se dirigió a la joven, la conmoción la había hecho sentirse nuevamente sobria.

—¿Estás bien? —Le preguntó.

La joven asintió.

—Pues levántate y vete. Y a partir de ahora ten más cuidado, otros más podrán buscarte.

Natasha observó como ella se iba corriendo. Anteriormente, si algo similar hubiera sucedido, habría podido ofrecerle refugio, un lugar donde quedarse y estar protegida... pero todo eso se había ido. Ahora ella debía aprender a sobrevivir por sí sola.

—Creo que eso ha sido suficiente por hoy —la joven dijo con un suspiro—. Vámonos a casa.

Sin protestar, sus amigos la siguieron.

***

Natasha y los demás entraron a la sala de lo que se habían acostumbrado a llamar el cuartel. Oliver, quien se había quedado haciendo de guardia en el lugar, los saludó con poco entusiasmo. Natasha sabía que no debía estar ofendida por eso, últimamente Oliver hacía todo con poco entusiasmo.

—¿Consiguieron algo? —Preguntó mientras se levantaba del sofá, donde se había quedado dormido.

—Lo suficiente —le indicó Daniel mientras dejaba en la mesa todo el dinero que habían podido robarle a los rastreadores—. No seremos ricos con esto, pero al menos podremos comer.

Oliver ignoró el comentario y subió a su habitación. Poco a poco todos se fueron yendo, dejando a Natasha sola. Habían pasado meses desde... todo aquello y aún se sentía una cierta tensión en el ambiente. Todos eran capaces de separarla cuando salían de caza, pero una vez dentro del cuartel todo volvía a ser lo mismo. Cada uno por su lado, sufriendo por aparte.

Natasha sabía que no podía culparlos, lo que había pasado había sido... horrible. Ella sabía que tenía que pasar más tiempo antes que ellos pudieran procesarlo del todo. Por eso ella no se permitía pensar en eso, sus amigos necesitaban fortaleza, necesitaban un líder, y al parecer ella debía serlo.

Antes de que sus pensamientos divagaran más, Natasha subió a su habitación. Era la única que no compartía cuarto con nadie. No había pedido ese beneficio, pero supuso que sus amigos se lo habían dado por el hecho de que su madre había comprado el lugar. En el fondo lo agradecía. Sabía que sin su propio espacio no podría mostrarse tan fuerte ante los demás. Aquí era el único lugar donde podía dejar de fingir que sabía lo que estaban haciendo y de asegurar que todo iba a salir bien.

Podía dejar de fingir, pero no podía pensar en lo que pasó. Se negaba a recordar. Es por eso que todas las noches después de pelear lo único que hacía era soltar un suspiro e irse a dormir.

Captura (La mentalista #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora