Natasha sabía que, a pesar de que todos trataban de lucir lo más calmados posible, sus amigos estaban asustados. A decir verdad, ella también lo estaba. No sabía cómo Elizabeth los había localizado. ¿Acaso sabía realmente lo que estaban haciendo o dónde se estaban escondiendo?
No. Ella se había encargado de que este lugar no estuviera ligado a ella o a su madre. Estaban seguros. Tenían que estarlo.
Todos se encontraban sentados en silencio en la sala de estar. Después de recibir el mensaje de Elizabeth habían decidido volver al cuartel. Nadie había hablado en el viaje de vuelta y Natasha sabía que el miedo y la incertidumbre habían invadido el cuerpo de todos sus amigos.
No sabía qué había querido decir Elizabeth, pero en el fondo sabía que el mensaje no era lo importante, sino el hecho de que los había encontrado. El hecho de que los había amenazado. Elizabeth se sentía nuevamente en control y Natasha no estaba tan segura de que eso no fuera verdad.
—Creo que debemos irnos —dijo Oliver de repente, como si hubiera escuchado los pensamientos de la mentalista—. Es posible que Elizabeth sepa que estamos aquí.
—Eso es imposible —le aseguró Natasha—. No hay nada que nos ligue a este lugar. Además de eso estamos aislados, no tenemos vecinos cerca y siempre nos aseguramos que nadie nos vea antes de entrar. Elizabeth no puede habernos visto.
Natasha observó los rostros de cada uno de sus amigos. Estaban asustados, pálidos. Podía percibir un ambiente abatido a su alrededor. Sabía que debía asegurarles a sus amigos que todo saldría bien, pero en el fondo ella también se preguntaba si huir era la mejor opción.
—¡Como si Elizabeth necesitara eso! —Exclamó Oliver enojado—. Creo que ya llevamos suficiente tiempo conociéndola como para dudar de que puede hacer hasta lo imposible.
—Elizabeth no es Dios —le aseguró Natasha—. No puede ver todo lo que hacemos o saber siempre donde estamos.
—Tal vez ella no —replicó Oliver—, pero sus secuaces sí. Siempre han estado un paso adelante de nosotros y siempre lo estarán. Creo que es hora de aceptarlo, perdimos. Nunca tuvimos realmente una oportunidad.
—No.
Natasha se sorprendió al notar que esas palabras no venían de su boca. Hasta ese momento todos sus amigos se habían sentado en silencio, pero ahora Alicia hablaba y Natasha podía ver una profunda determinación en su rostro.
—No vamos a huir —continuó—. Eso es lo que quieren que hagamos. Si algo debemos tener claro con este mensaje es que nos quieren asustar y eso significa que somos una amenaza real para ellos, ¿no lo ven?
—¿Una amenaza? —Se burló Oliver—. Ni siquiera les hacemos un mínimo daño. Sí, derrotamos a un par de rastreadores, pero luego de la nada salen otros cuatro. No somos un ejército, este no es un cuartel. Somos cinco personas tratando de pelear contra un grupo del que no sabemos absolutamente nada, ¡no hay manera de ganar!
—¿Entonces qué, nos rendimos y dejamos que nos atrapen? —Preguntó Alicia.
Tanto Daniel como Timothy se encontraban en silencio. Natasha sabía que ambos se encontraban incómodos. No eran el tipo de personas que les gustara confrontar a los demás, sin embargo ahora debían soportarlo. Oliver estaba liberando todos los sentimientos que había embotellado y todos debían escucharlo.
—¡Dejamos de pelear y nos vamos de aquí! —Respondió el joven—. Dejamos Opes, el país si es necesario. No tenemos por qué continuar luchando una batalla que ya está perdida.
Alicia lo volvió a ver con desprecio. Natasha sabía que en cuestión de segundos la situación se iba a salir de control y que alguno de los dos saldría herido, pero no sabía cómo calmarlos. De un pronto a otro se había transformado en una simple espectadora.
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Captura (La mentalista #3)
ActionTodo ha cambiado. La caída del refugio ha dejado a Natasha y a los demás confundidos y perdidos. A pesar de que saben que quieren luchar, con cada día que pasa piensan que esta es una batalla perdida. Parece que todo y todos están en su contra y com...