Cada día de esa semana se redujo al cómputo del tiempo que mediaba entre mis momentos con o sin la compañía de Asuna. ¿Cuándo empezó a importarme algo más que la música? Aunque bien pensado ella era música, la más bella melodía que nunca hubiera escuchado, por lo que no estaba siendo infiel a mí mismo. Nuestra relación se había estrechado mucho, hablábamos con confianza sobre cualquier cosa, compartíamos ideas, sueños, miedos; al poco tiempo tenía la sensación de que nos conocíamos de toda la vida, como si Asuna siempre hubiera estado ahí.
Era jueves y esa noche Andrew no abría el local, era su noche de descanso, por lo que podríamos quedarnos algo más tarde. Habíamos avanzado bastante esos días, pero seguía faltando algo.
— Oye Asuna ¿qué te parecería contar con la banda? – la pelirroja estaba tumbada sobre el suelo del escenario escribiendo en su cuaderno cuando levantó la vista para atenderme. Noté un ligero miedo en sus ojos. El miedo típico del que no se siente seguro de su obra y teme la reacción del resto. – Necesitamos darle más potencia y cuerpo a la canción y creo que si contamos con la banda e incluso con Klein...
Asuna se había sentado sobre sus rodillas y apretaba los puños agarrando su falda, me acerqué a ella, algo no iba bien.
— Kirito... ¿de verdad crees que es una buena idea? No es que tenga nada contra los chicos solo que... - verla así de sobrecogida con la idea despertó cierta ternura en mi. Tomé sus manos entre las mías.
— Todo irá bien Asuna, confía en ti, confía en tu canción. – La sonrisa que me dedicó me hizo flotar por un momento, aunque fue un corto instante, el ruido de las tripas de la muchacha se encargó de romper la magia. – Yo también tengo hambre. – Reí.
Todas las noches Asuna se había encargado de traer unos deliciosos sándwiches para cenar. Así que cuando descubrí que los hacía ella misma no me lo podía creer, hasta en eso era perfecta. Esa noche no había sido diferente al resto así que la joven se levantó a buscar la comida.
— Espera Asuna, hoy quiero enseñarte un sitio, podríamos cenar allí, coge tus cosas.
El recinto llevaba cerrado muchísimos años y desde hacía unos pocos ya no había seguridad. Los niños de hoy en día ya no disfrutaban con ese tipo de parques, los juegos de realidad virtual habían sustituido a las viejas atracciones de feria. Un hueco en la roída malla metálica del cerco que lo rodeaba nos permitió colarnos con facilidad. El espectáculo era algo fantasmagórico pero al mismo tiempo tenía cierto encanto, esa decadencia melancólica de una época infantil ya olvidada. Asuna se agarraba a la manga de mi chaqueta con fuerza, estaba claro que la oscuridad del lugar la asustaba.
— Dicen que los fantasmas de los viejos barraqueros viven en el parque — la susurré al oído.
— ¡QUÉEE! — su cara cambió de color del susto.
—¡Jajajajjaa! Es broma. No tienes nada que temer.
— ¡Baka! — hizo un tierno puchero y me dieron ganas de abrazarla, aun así, me contuve.
— Necesito que esperes aquí un momento. – Sus ojos me pedían que no la dejara sola en aquel lugar, pero le sonreí con cierta picardía antes de forzar que me soltara. – Tranquila, estarás bien, volveré enseguida.
Cuando las luces se encendieron iluminando la imponente noria pude ver cómo Asuna pasaba de dar un pequeño grito por la impresión del repentino resplandor que la iluminó, a relajarse admirando el espectáculo de colores.
— Lleva años abandonada pero todavía conserva una batería solar que se recarga durante el día. No tiene la suficiente potencia para hacerla funcionar, pero al menos las luces sí funcionan.
— Es impresionante Kirito.
— ¿Qué tal se te da trepar? – la joven me lanzó una mirada retadora, arrojó su mochila contra mi pecho y comenzó a trepar por lo radios de la noria hasta una de las cabinas de asientos que quedaban a media altura. Me sorprendió su agilidad y sobre todo su decisión. Ese era uno de los misterios que hacían a Asuna tan fascinante, en ocasiones una mujer tímida y delicada, en otras, valiente y decidida, en aquellos momentos, mis favoritos, desprendía una fuerza que te absorbía como un torbellino.
— ¿A qué esperas Kirito? — su risa se propagó como un relámpago por el silencio del lugar. Corrí hacía ella.
El parque de atracciones se encontraba en la zona alta de la cuidad por lo que, aun sin haber subido a una de las canastas más altas de la noria, las vistas ante nosotros eran espectaculares, compartíamos el termo de té mientras observábamos las tintineantes luces a nuestros pies.
— Kirito ¿nunca has intentado entrar en una orquesta profesional o algo así? Realmente eres muy bueno. No exagero si te digo que eres el mejor pianista con el que me he topado. – La sonreía agradeciendo el cumplido.
— Veras... nunca he sido muy de bandas, orquestas o esas cosas. Por lo general me gusta tocar sólo, a lo sumo, con Klein y Andrew en el local. – Di un trago al té y se lo acerqué a Asuna. – Además no es que me lleve muy bien con la gente del gremio... a mi no me gusta su snobbismo y ellos simplemente... a ellos simplemente no les gusto yo.
—Es cierto que eres algo antisocial Kirito... - Rió ladeando la cabeza lo que hizo que su cabello hiciera un pequeño vaivén que me resultó seductor. – Pero cuando se te conoce... puedes ser...
— ¿Qué puedo ser Asuna? – Me había acercado tentativamente a su rostro buscando incomodarla. Se echó ligeramente hacia atrás pero al toparse con el límite de la canasta dejó escapar un leve quejido. Su cara y su pelo casi tenían el mismo color.
— ¡Baka! – me gritó nuevamente, se ponía muy bonita cuando se enfadaba.
— ¡Jajajaj! — retomé el tema tras conseguir mi objetivo — En realidad nunca me ha preocupado en exceso eso. Toco música porque me gusta, me hace feliz, no necesito más. Con tener algún que otro trabajo esporádico que me permita pagar las facturas es suficiente. – Asuna no dijo nada, se mantuvo en silencio y por alguna extraña razón tuve la necesidad de compartir con ella algo que sentía desde hacía tiempo. – Aunque, desde que te conozco, solo me apetece tocar para ti.
— Kirito-kun... — ni siquiera era capaz de mirarla a pesar de sentir que sus dos enormes pupilar me observaban con atención. — Yo... yo creo que tampoco quiero cantar para nadie más. Has cambiado mi vida Kirito, ya no me imagino en ella sin ti.
¿Aquello podía ser cierto? La mujer más bella e impresionante de todas me estaba eligiendo a mí. Cuando me giré para enfrentarla sus ojos contenían un brillo húmedo mientras su cuerpo temblaba ligeramente, ella también sentía miedo ante lo que me acababa de revelar. Acaricié su mejilla, estaba ardiendo, y sin decir palabra la robé un beso. Aunque aquello no era un robo, pues ella me ofreció sus labios sin vacilación.
Su tacto era aun más suave de lo que imaginé y su sabor dulce y afrutado. No podía parar de besarla, tenía miedo de que si aquello fuera un sueño al separarme despertara. Finalmente fue Asuna la que se separó, aunque mi deseo de ella fue saciado con su abrazo. Se apretaba con fuerza contra mi pecho, su pequeño cuerpo desprendía una agradable calidez, así que acompañé su agarre arropándola entre mis brazos. Quería cuidar de ella, hacerla sonreír, convertirla en la mujer más feliz del mundo porque me había dado cuenta que ya nada me importaba más que ella.
— Kirito.
— Dime.
— Llévame a casa, quiero pasar esta noche contigo.
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Your Song
Фанфик#KiriasuWeek2017 AU Tema: Asuna o Kirito cantante, o músico. Portada: de mi querida amiga @Sumi_chan. ¡Es preciosa! Todos los personajes tienen mas de 18 años. La idol del pop en Japón, Asuna, va a dar un concierto unplugged para lanzar su carrera...