Your Song

Capítulo VIII

Nota: canciones que aparecen en este capítulo:

Canción de los padres de Sugu y Kirito.

James Arthur - Can I be him

* * * *

—Shino, ¿podrías dejarnos a mi hermano y a mí solos? —el enfado de Sugu me sorprendió mucho, ella no sabía nada de lo que había entre Asuna y yo o, al menos, eso creía.

—Sin problema —le contestó mientras deshacía totalmente su abrazo y se dirigía hacia la puerta, directa hacia mi hermana—, no seas muy dura Sugu, creo que todo ha sido una mala interpretación—. Y sin añadir nada más se fue, con la cabeza bien alta, era orgullosa pero buena gente, en algún momento tendría que aclarar con ella lo sucedido, aunque algo me decía que para ella había sido obvio.

Finalmente quedamos ambos, Sugu y yo, frente a frente, su mirada juzgadora me atravesaba como alfileres envenenados de inquina todo el cuerpo.

—¿Se puede saber en qué diablos estabas pensando? —preguntó finalmente.

—No entiendo a qué viene todo esto, no tengo nada que explicar —recogí toda la dignidad que me quedaba y se la arrojé a la cara en un burdo intento de salir de allí, en ese momento solo quería encontrar a Asuna y explicarle que todo había sido un error. Su firme mano sobre mi pecho evitó mi huída.

—Deja de comportarte como un idiota, ¡¿acaso te crees que soy tonta?! —aquellas palabras me cayeron como un jarro de agua fría: lo sabía—. ¿Cuándo aprenderás que a mí no puedes engañarme? Cosa que tampoco te conviene, por cierto.

—Lo siento Sugu, no es que no confíe en ti, es que... —admití derrotado.

—¡Bahh! —me interrumpió— el motivo por el que me lo ocultaste lo deduje yo sola, fue por protegerla a ella, aunque he de reconocer que, aún así, me dolió. Pero esto, ¿qué diablos acaba de pasar? Asuna, e incluso Shino, son buenas chicas, no merecen que juegues con sus sentimientos. Sinceramente, no te creía de ese tipo de chicos...

—¿De qué "tipo" de chicos me estás hablando, Sugu? — En cierta manera sus palabras me ofendieron y se lo hice ver, aunque desistí rápido de mi actitud prepotente, no me convenía—. Ha sido todo una estúpida confusión, pensé que era Asuna y... y cuando quise darme cuenta la tenía a ella encima y a vosotras en la puerta.

Se hizo un silencio entre los dos en el que pude ver como su gesto iba cambiando mientras leía mi mente como solo ella sabía hacerlo.

—Eres un idiota, ¿lo sabes? —ahí estaba su tono de hermana, me había perdonado, esa era su forma de dejármelo claro, así que asentí.

—Ayúdame Sugu... —ella dejó escapar un suspiro ante mi súplica.

—De acuerdo, pero debes hacerme caso en todo, ¿de acuerdo? —algo tramaba, estaba claro, pero en ese momento era mi única aliada.

—De acuerdo —quien me iba a decir que esa promesa me sentenciaría.

Cuando regresamos al salón, Asuna evitaba mi mirada ante mi más absoluta frustración, así que todas mis esperanzas reposaban en las capacidades de mi hermana para darle la vuelta a todo; quien, hábilmente, se había hecho un hueco junto al objeto de mis desvelos.

—Oye, Agil ¿tú llegaste a conocer a nuestros padres? —preguntó de repente para sorpresa de todos.

—¿Cómo? ¿A vuestros padres? —Klein estaba tan sorprendido por aquella revelación como yo, aunque por distintos motivos, algo me decía que aquella pregunta de Sugu tenía un objetivo oculto.