Your Song

Capítulo IX

Nota: canciones que aparecen en este capítulo:

Rita Ora – Anywhere

Aquella mirada suya siempre me causaba pánico. Un pánico que incluso llegó a paralizarme por completo cuando debería haber sido mi refugio de seguridad.

Lo sabía. No me cabía la menor duda de ello, así que la cuestión ahora era ¿cuánto sabía? ¿Cuán largos eran los tentáculos de aquella cecaelia?

— Siéntate —ordenó vehemente y obedecí. La advertencia de terror previa de aquellos enfrentamientos se agolpaba en mi estómago, punzándome con dolor. Mi cuerpo tenía muy aprendida aquella coreografía, pero esta vez tenía que ser diferente, yo era diferente, tragué fuerte y me preparé para una batalla que debía luchar sin armas—. ¿En qué diablos estabas pensando Asuna? —directa al grano. No contesté, bajé la mirada sumisa, como tantas otras veces, aunque esta vez más por cautela que por mostrar mi derrota ante ella— ¿Un vulgar pianista muerto de hambre?

Arrojó unas fotografías frente a mí, éramos Kazuto y yo en su moto, me sonreía y yo a él, recuerdo aquel día; en otra salíamos de su casa cogidos de las manos, el me abrazaba por los hombros y me besaba en la mejilla, también recordaba aquel día; recordaba cada día y momento robado por aquellas instantáneas.

—Mamá...—me atreví a balbucear consciente de que debía reaccionar de algún modo.

—Mamá ¡¿qué?! —gritó.

—Le quiero —defendí enfrentando su mirada por primera vez y, para su sorpresa, con más fiereza de la que la tenía acostumbrada.

—¿Le quieres? —la ironía y el tono algo histriónico de su voz me asqueó— ¿Tú qué vas a saber lo que es querer si ni siquiera sabes nada de esta vida? Niña tonta...—espetó con desprecio y sin un ápice de compasión en su voz por aquella a quien había dado la vida. Dolió, como siempre, nunca me acostumbraría a aquella total y absoluta falta de cariño—. Sí, eso es lo que eres...¡Una niñata consentida y desconsiderada que por un capricho está dispuesta a tirar por la borda todo lo que me ha costado construir! ¿Sabes lo que he tenido que pagar por conseguir que estas fotos no salieran a la luz? —hizo lo que creí una pausa, pero no era más que su forma de coger aire para rematarme—. Toda mi vida...—farfulló entre dientes— toda mi vida dedicada a ti, ¿¿y así me lo pagas? ¿Humillándome? Humillándonos a todos y avergonzando a tu familia ¿Por qué? ¡Por un estúpido calentón de camerino! Te creía más inteligente Asuna... y si no llego a intervenir lo hubieras destruido todo, ¡todo!

— ¡Basta ya! —la grité rabiosa mientras me levantaba y golpeaba con fuerza la mesa. La silla en la que estaba sentada cayó al suelo causando un fuerte ruido, seguramente el resto de personal del estudio empezaba a ser consciente de nuestra discusión—. ¿¡Eso es lo único que te preocupa!? ¿Tu "imperio"? ¿Lo que has construido? ¿A consta de qué mamá? ¡De destrozar mi vida y mis sueños! ¿Hablas de sacrificio? — me reí con desprecio — Amaba la música, la amaba de verdad, me recordaba al abuelo, me hacía sentir en casa, pero tú la convertiste en algo que detestaba, la soga con la que amarrabas mi cuello y apretabas cada vez más fuerte. Él lo ha cambiado todo, ¿sabes? Vuelvo a ser feliz cantando, incluso he empezado a componer mis propios temas... —las palabras se agolpaban en mi tripa subiendo por mi pecho, saliendo a borbotones como dagas hacia ella. ¿Y yo era la que quería mantener la calma? Imposible, demasiada rabia, demasiado dolor y frustración contenida mucho tiempo—. Y lo mejor de todo ¿sabes qué es mamá? ¡Que todo lo he conseguido sin ti, yo sola, gracias a él, a su apoyo! Por fin me ha liberado de ti.