Capítulo VI

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La sensación de ausencia y frío recorrió mi espalda despertándome, aunque aun no era capaz de abrir los ojos, así que tan solo extendí mi mano buscando su contacto para atraerla hacia mí. En su lugar, tan solo encontré una sábana fría y el hueco vacío en mi lecho, lo que me hizo sobresaltarme. ¿Acaso lo había soñado? No, era imposible, todavía sentía en mi piel el recuerdo de su tacto. Su ropa tirada en el piso lo confirmó, ella estaba allí.

—¿Asuna? — la llamé sin obtener respuesta, ¿dónde estaría?

Los acordes de mi vieja guitarra que venían del piso de abajo me dieron una pista. Mi casa era un dúplex sencillo, en la parte de abajo un gran salón en el que se integraba la cocina y que hacía las veces de estudio, en el piso superior, donde me encontraba, mi habitación y el baño. Me puse la parte de abajo del pijama para cubrir mi desnudez y bajé.

La encontré sentada en el sofá, sujetaba con delicadeza la guitarra e, iluminada por las luces de las farolas tintineantes, se mostraba ante mí como un sueño hecho mujer. El dulce susurro de su voz tarareaba una canción que quise sentir que era para mí.

I don't want to hear sad songs anymore / No quiero oír más canciones tristes,

I only want to hear love songs / solo quiero oír canciones de amores.

I found my heart up in this place tonight/ Encontré mi corazón en este lugar esta noche.

Don't want to sing mad songs anymore/ No quiero cantar más canciones de rabia.

I only want to sing your song / Solo quiero cantar tu canción,

Because your song's got me feeling like I'm.../ porque tu canción hace que sienta que...

I'm in love, I'm in love, I'm in love / Estoy enamorada, estoy enamorada, estoy enamorada.

Yeah, you know your song's got me feeling like I'm.../ Sí, sabes que tu canción hace que sienta que...

—Siento celos de esa guitarra —mi voz desde las escaleras la sobresaltó, aunque ver la sonrisa que se dibujó en su cara mereció la pena—, pero sigue tocando, la canción es preciosa.

Asuna hizo a un lado la guitarra, mientras un rubor cubría su rostro.

— Me desvelé y... esto estaba en mi cabeza, así que tomé prestada tu guitarra — había recogido entre sus brazos ambas piernas en un gesto tímido y a la vez extremadamente sexy, pues solo llevaba puesta la parte de arriba de mi pijama, lo que me dio una idea.

—No es lo único que cogiste prestado, ladronzuela, esa camisa que llevas tampoco te pertenece —la guiñé un ojo buscando acrecentar el tono carmín de sus mejillas.

—Uhmm, cierto —la mirada con la que respondió a mi juego bastó por sí misma para ponerme nervioso — debería devolvértela —. Poco a poco fue desabrochando los botones de la blusa dejándome ver su nívea piel, no había nada debajo, tal y como presentía. Justo cuando solo faltaba el último botón, paró, dejándome al borde del infarto—. Pensándolo bien, ¿por qué no vienes mejor tú a por ella? — Sin más palabras se recostó sobre sofá en una clara invitación a que fuera a terminar el trabajo.

No le hizo falta insistir, casi de un salto me abalancé sobre ella y sobre sus labios ansioso de su sabor. Esa mujer sabía el efecto que tenía en mí, pero no era la única que podía jugar a ese juego. Terminé de desabrochar la blusa, retirándola hacia los lados. Su piel era tersa y a la vez suave al tacto y, sus pechos, agradecidos por mis caricias se endurecieron, permitiéndome morder ligeramente su extremo buscando, egoísta, mi propia excitación ante el gemido que el gesto provocó en Asuna. Recorrí su cuerpo a besos hasta llegar a su oído y morder levemente su lóbulo buscando idéntica reacción. Me deleitaba sentir la lucha entre el pudor y la decencia contra sus propios instintos más carnales, mientras mis manos no dejaban de recorrer su cuerpo y estudiarlo. Su cuerpo que, delicado y con carácter como ella, respondía agradecido a cada caricia.

—Kazuto... —susurró deseosa de más.

—Sshh... —la callé y acercándome a su oído vaticiné el inicio de su agonía... y la mía— no eres la única a la que le gusta jugar ¿sabes? — Antes de que pudiera reaccionar humedecí mis dedos y busqué aquel rincón, aquel punto exacto que me permitiría llevarla al extremo, a suplicarme que acabara con su padecimiento. Clavó sus uñas en mis espalda al ritmo en que mis movimientos la hacían estremecer, estaba consiguiendo mi objetivo. De un gesto brusco la aparté y separé sus piernas. Me miraba confundida mientras su respiración bombeaba su pecho, dándome una visión que gravé a fuego en mi memoria. ¡Dios mío era preciosa! Primero pasé con suavidad mi lengua repitiendo el recorrido previo de mis dedos, ella se revolvió ante el gesto, la sujeté con fuerza y continué con más énfasis. Con cada movimiento notaba como aquel dulce sufrimiento rompía con cada una de sus barreras y pudores. Quería más, su cuerpo lo gritaba, pero yo necesitaba oír su voz.

—Kazuto... no puedo más —me suplicó. Retiré con avidez mi pantalón y me puse sobre ella, evitando el contacto total, aun no era el momento, solo con el roce de nuestros cuerpos demandándose mutuamente era suficiente para avivar más el fuego. Busqué sus labios, húmedos y calientes, y al tiempo en que nuestras lenguas se encontraron, acerqué por completo mi cuerpo al suyo, volviéndonos mientras un nuevo gemido de Asuna se apagaba dentro de mi boca.

Me abrazó con fuerza, lo que aproveché para rodear con una de mis manos su cintura y aferrar su cuerpo al mío. Su liviano peso hacía sencillo llevar las riendas de cada movimiento en el que notaba como aquella mujer temblaba de fruición. Creo que no hay nada más placentero para un hombre que sentirse la causa del deseo y placer de la mujer a la que ama. Aun así, si seguía a ese ritmo pronto me ahogaría en mi propia soberbia como amante, mis fuerzas flaqueaban, me costaba mantener la concentración porque, ante todo, tenía que reconocer que era un simple humano que se sentía bendecido por los dioses en ese momento.

— Asuna...—paré, notando cierto disgusto en ella que se oponía ligeramente a acabar nuestro baile íntimo— ponte encima—la ordené al tiempo que, cogiéndola con ambas manos por la cintura, la puse sobre mí, quedando así ella sentada a horcajadas y yo preso de sus piernas y el respaldo del sofá.

Estaba preciosa tan despeinada y sudorosa, iluminada tan solo por las luces de la ciudad que entraban por la ventana.

— Te arrepentirás de esto, ahora estás bajo mi control — me amenazó al tiempo que una lasciva sonrisa se dibujó en su cara, adoré ese gesto que logró que quisiera devorarla aún más. La guerrera, la mujer fuerte y decidida tomaba el control de mi dama que, hasta el momento, se había mantenido tímida y delicada. Agarró con fuerza mi rostro, echándolo hacia atrás, atrapando entre sus dientes mi labio inferior y tirando ligeramente de él. Aquella nueva faceta de ella me estaba excitando como nunca. Hundió sus dedos en mis cabellos tirando suavemente de ellos al tiempo que acomodaba su cadera sobre la mía, nuevamente estaba dentro. Agarré su cintura y hundí mi cara en su pecho al notar como la electricidad recorría mi cuerpo. Su calor, su olor, su sabor, la química perfecta para someter a cualquier hombre, aunque ya no permitiría que ningún otro la tocara, era mía, solo mía y yo, más suyo que nunca.

Pronto descubrí que, quizás, darle el control no había sido la mejor idea, por momentos me costaba más dominarme mientras ella, jadeante, movía su cuerpo con maestría, cada vez más ansiosa.

— Me vuelves loco Asuna... — le susurré al oído y como si de un encantamiento se tratara, su espalda se curvó sobre mis brazos que la sostenían y sus dedos se clavaron en mis hombros. No era el único que había claudicado ante su propia necesidad. Dejé de contenerme para acompañarla en el delicioso momento en el que su respiración entrecortada solo la permitió susurrar mi nombre.

— Kazuto....

* * * * *

Hasta aquí he llegado. 

Es mi primer lemon Kiriasu y espero no haber metido la pata hasta el fondo. Sumi, este es tuyo y lo sabes. Mi historia de SS y tu Cristal, pedían a gritos que me atreviera a un lemon Kiriasu, solo me demoré porque son aguas turbulentas para mí.

Prometo repasar los horrores que se hayan colado por ahí...

Voy a descansar... creo que necesito un piti... jajajajaj

Aclaración:   la canción que canta Asuna es la que da nombre el fic, os je dejado el enlace, se trata de "Your Song" de Rita Ora & Ed Sheeran.

Namasté.

Your SongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora