Origen de Sangre

83 5 0
                                    

                                         Origen de Sangre

El parlamento del ascendido, diluyente de interpretación se convirtió en repertorio de creencias para oyentes y escribanos, logrando crear semejanza con ideas paganas que los soldados de la época conciliaban.

Rey o Paladín, dicho esquema era irrelevante a su ausencia en el conflicto, debido a la excusa para interponer palabras en sus labios jamás vistos. Creaba alusión para quiénes ejercían su dictamen y en el furor del momento improvisaban con ideas lejanas a las dichas, estableciendo de las letras mezcladas entre el origen y la realidad, una ley que cualquier portador de aquella filosofía debía contemplar. 

   “El camino a la ascensión se conoce del cuerpo, se aprende con rectitud y se venera en sangre.”

Memorias maltrechas hacían del blandir al Gladius un honor para el portador, junto al espectáculo incandescente que marcaba a su paso, arrebatando tan deseado rojizo elíxir del enemigo.

La noble orden del héroe por juzgar al mal en caminado, se convirtió en la encarnación del visionario que a falta de salidas vanas, decide seguir la corriente de la inmortalidad.

“Un sendero sin miramientos, regido por estuantes tormentas enfatizadas por la tiranía y con un destino de alcanzar la gloria si cruzasen la frontera del guerrero.”

Ejércitos alisaban al cielo carmesí, con largos estandartes demostrando su lealtad hacia el dracónico ser que los bendecía con su existencia, alentándolos  a continuar su expansionismo sobre cualquier sonata del campo de batalla. 

Líderes cautos provenientes del norte optaban por cortar sus raíces barbáricas sometiéndolas hasta la extinción, habían encontrado un ser más grande que los viejos ancestros que les dieron nombre. No importaba más su providencia, siempre que inclinaran sus talentos a favor del nuevo orden.

En un orden dictado por la brutalidad, no tardaron en conseguir la ascensión por sus actos, y así obtener el regalo de la corona. 

Los primeros reyes de sangre, estaban por cumplir el propósito de la redención del paladín, estableciendo la armada con la cual ajustaría cuentas ignoradas, por los regímenes anarquistas. 

“Ni las joyas más valiosas del mundo podían comprar la indulgencia del redentor, sus coros de melancolía  acompañaban a los inmortales, obligados a poner a prueba su propia sangre.”

El valor se contaba por cuantas cabezas se cortasen, quién oscureciese más la laguna de penumbra sería selecto por la fama de sus señores.

“Señores refugiados en refranes obtusos y avivados al delirio, no eran seguidores del Ares porque aquél… Ya los seguía desde un principio.”

Un trono en el vacío, comenzaba a extender la sombra que los abrigaba en sus constantes decaimientos, limitándolos a ejercer su poderío, porque no todos eran fieles a su enigma y esto repercutió en la confianza otorgada, por la tierra que los vio crecer.

Así como fueron el primer origen, también la división que marcaría la historia del reino de tres coronas.

La ironía sobre un hombre que venció a millones, no podía contener la rabia y aislamiento de unos miles, la vieja conspiración por afianzar acuerdos revocaba el decreto del héroe. No había marcha atrás, la tierra le pertenecía a las legiones del estirpe y parte de los mares a sus progenitores.

Un caos descontrolado iba a apaciguar la llama del invicto, si no acreditaba las decisiones tomadas en consecuencia de los demonios creados por sí mismo.

Reino de CoronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora