4

211 37 1
                                    

¿Cuál era el real propósito de DongHyuck en aquel mundo?

Desde que abrió sus ojos totalmente confundido el mundo fue expandiéndose ante él de una forma demasiado abrumadora.

Al principio no sentía absolutamente nada, o tal vez no podía identificar lo que pasaba realmente, el mundo comenzó siendo un contenedor demasiado pequeño. Luego, cuando pudo huir lo más lejos posible, tomó una forma infinita, llena de cosas que lo aturdían grandemente.

Era difícil saber por cual camino ir, como vivir... cada detalle – hasta el más pequeño – eran parte de un todo que funcionaba de manera hermosamente perfecta. Pero ¿A dónde pertenecía él? Sentía que si intentaba integrarse en algún lugar, alteraría el balance de las cosas, que la cabida para el no era posible.

La primera noche después de alejarse de su anfitrión, una leve lluvia cayó por toda la ciudad empapándolo poco a poco. Y fue maravilloso sentirla sobre si, su piel sintió cosquillas y la brisa hacia que se erizara.

No importo hacia donde o como llegaría.

Solo ese pequeño momento de descubrimiento.

Algo molestó en su pecho y por un momento se preocupó esperando el dolor que aparecía y lo dejaba inconsciente.

Pero nada pasó y la lluvia siguió cayendo mientras permanecía de pie en un callejón frio.

Caminó escondiéndose cuando veía sombras impropias, mirando hacia el cielo oscuro con total calma, esperando que la luz cegadora volviera al cielo y lo calentara nuevamente. Durmió bajo un techado, tras algunas cajas de cartón, abrazando sus piernas para volverse más pequeño e imperceptible.

¿Qué era un poco de frío a cambio de libertad?

La mañana llegó perezosa, más rápido de lo que esperaba, alumbrando el callejón de manera suave, con delicados colores y nubes que se veían esponjosas.

No era igual ver el cielo en un pequeño libro de ilustraciones a estar bajo el, mirándolo directamente. Era incluso mejor.

El ruido de las calles comenzó a llegar a sus oídos de manera leve.

Las personas caminando, los autos rodando por las calles, los claxon sonando una y otra vez y una que otra persona gritando.

Eso era realmente el mundo.

Esa era la vida real.

Camino despacio hacia la principal, donde las personas iban y venían. Mirando con curiosidad a los niños y adultos caminar rápido mientras manteniendo pequeñas charlas ligeras. Decidió unirse como uno más, caminando al mismo ritmo para no descuadrar.

No podía evitar mirar a su alrededor y sentirse atraído por los dulces olores que desprendían algunos lugares, colores brillantes y ruidos.

Se sintió mareado durante unos segundos, acostumbrado al silencio que le proporcionaba su pequeño lugar seguro.

Paró cuando la multitud lo hizo, miró hacia arriba donde una luz permanecía encendida. Una mirada curiosa se posó sobre él, pero apenas sus ojos se hicieron contacto con los ajenos durante una milésima de segundo, el otro la apartó totalmente avergonzado.

Todos tenían lugares a los que ir, estaba seguro de ellos, se desvío por otra calle, tomando una ruta diferente a la línea recta que había seguido por un rato. Merodear parecía bastante fácil bajo la luz del sol.

SiCheng no pudo dormir la mitad de la noche, sus pensamientos estorbaban demasiado dentro de su mente. Se preguntó si había actuado igual que los demás o era diferente en alguna cosa. No estaba seguro.

Incluso había llamado a TaeIl a las cuatro de la mañana para que hablaran. El mayor obviamente lo mandó al diablo apenas atendió, pero cuando SiCheng comenzó a hablar la molestia desapareció y su amigo comprensivo volvió. Aunque estaba seguro que la mitad del tiempo el coreano se había encontrado dormido.

Le permitió contarle un poco de cómo era la casa de sus familiares y que lo primero que hizo al llegar fue ir a la playa, no entró al mar pero metió los pies. El chino no le dijo nada del tal DongHyuck y de su extraña aparición, ni de lo que le afirmo el mismo. Era una persona extraña. Un desconocido y TaeIl lo reñiría por hacer cosas estúpidas como siempre.

Salió por la mañana a hacer algo de compras y visitar una cafetería no tan lejos de la zona en la que vivía. Salir de la zona significaba un registro en su historial y, aunque el trámite se efectuaba tan solo con el código implícito en su mano, no estaba de humor para ir más lejos.

Paseó un rato por los alrededores, con su café en mano mientras en la otra llevaba unos cuantos víveres en fundas de papel. El mundo seguía siendo igual y nadie sabía nada sobre lo que hizo o sobre el chico. Si fuera un criminal o un interno de algún sanatorio las noticias en las televisiones estarían de sol a sombra cubriendo la búsqueda.

Respiró hondo y sonrió, caminando seguro a casa y luego a su trabajo de medio tiempo.

El principio del fin estaba cerca, eso era algo que nadie podía predecir. 

Sun & Moon [HaeWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora