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Dos semanas pasaron, SiCheng había tomado un trabajo los fines de semana en una floristería en la zona tres de la ciudad, algo lejos de su propia zona. Era prácticamente un viaje, pero el lugar era tan popular pon sus arreglos para bodas y otras festividades que estaban en posición de pagarle una buena suma por el trabajo a medio tiempo.

SiCheng se esforzó por aprender rápido, y por las tardes abordaba el tren de regreso a la zona siete, pasando los controles de regulación. Cuando posaba su cuerpo sobre la cama se daba cuenta de lo cansado que estaba, recordando cuando sus padres le daban todo en China, la vida era real ahora, tenía un sentido más profundo. Mientras más trabajara por conseguir sus metas, las alcanzaría más pronto.

Se levantó y tomó la computadora debajo de su cama, encendiéndola y yendo directo a revisar los correos que hubiesen llegado. Tendría unos minutos antes de caer agotado y cerrar sus ojos hasta el día siguiente. Un mensaje de su madre era el que encabezaba la larga lista de mensajes, y se preguntó si debería leerlo en ese mismo momento o no.

Al final terminó leyéndolo.

El mensaje era claro. Estaba enojada porque no aceptó el pasaje en avión a China, porque otra vez volverían a posponer los planes de reunirse en familia. Su padre había preparado todo para su llegada, pero al ver que su hijo volvió a desaparecer, lo canceló rápidamente, enfrascándose en el trabajo de nuevo. Su madre le avisaba que estaría de viaje por Europa, iría a un congreso o algo parecido. Los detalles de su trabajo eran poco interesantes para SiCheng.

Casi al final su madre se refería a su abuela, y los ojos del chino se entristecieron al instante. Su abuela seguía sin responder a tratamientos, y según lo que muchos doctores decían moriría en poco tiempo. Su abuela le dijo que si deseaba volar, no debía volver al mismo lugar, sus papas no lo dejarían alejarse nuevamente. Por ello, ella misma le pidió que no regresara. Ella ya era vieja, pero él, era un joven lleno de sueños.

Le dolía, que su madre no se interesara realmente por lo que le pasara a un ser tan frágil como lo era su madre.

Cerró el aparato sin tomarse la molestia de responder, ya luego lo haría, cuando estuviese menos cansado y pudiera pensar una respuesta que no ofendiera a su progenitora.


DongHyuck miró la luna bajo la copa de los arboles.

El día transcurría demasiado rápido, tanto que casi no lo notaba hasta que oscurecía y se quedaba entre sombras. Había vivido de lo que encontrara, o muchas veces de lo que alguna que otra persona le daba con una mirada de lástima.

Muchas veces simplemente se recostaba en el suelo, debajo de los árboles e intentaba recuperar las fuerzas que se le agotaban con rapidez. Su mente estaba comenzando a llenarse de muchas cosas, cosas que hacían las personas en sus rutinas normales, costumbres, alimentos y nombres. En corto tiempo comenzó a reconocer cosas con facilidad, adaptándose a las demás personas como si él hubiese estado allí todo el tiempo. Aun no podía imitar las emociones de los demás, era algo duro cuando no había nadie quien pudiese explicarle cómo funcionaba todo aquello.

Cerró sus ojos durante unos segundos y una ráfaga de viento helado le dio en la cara, haciéndolo reaccionar momentos después. Decidió caminar por las calles, tomando extremo cuidado a las guardias que se montaban a esas horas en la noche.

La gente parecía tener un toque de queda bastante estricto, y solo unos cuantos con permisos especiales eran capaces de caminar rápidamente por las calles de la ciudad. Lo supo escuchando con atención las conversaciones de dos ancianos mientras caminaban por el parque.

Sus pasos lo guiaron por las mismas calles que había recorrido varias veces desde que se fue. Miró a lo lejos el edificio, escondiéndose cuando una patrulla pasó de cerca por el lugar en el que se ocultaba.

Fueron unos cuantos minutos después, cuando un sonido molesto se escuchó por todas las calles.

Los ojos de SiCheng se abrieron rápidamente mientras la alarma roja sonaba por todo el edificio. Se levantó rápidamente, tomando su abrigo del perchero y entreabriendo la puerta. Fuera, varios uniformados abrían a la fuerza las puertas, un humo se extendía por el pasillo haciéndole picar los ojos. No esperó demasiado cuando vio como sus vecinos eran sacados a la fuerza y observados con detalle antes de ser soltados. Aprovechó para correr con un grupo de familias, rogando no ser visto por los hombres, bajando por las escaleras de emergencia.

La alarma seguía sonando con fuerza, aturdiendo al chino que apenas podía sincronizar sus pensamientos. Más humo en los pisos de abajo y llamas saliendo de los departamentos, un incendio no creaba violencia como la que vio arriba, ellos buscaban algo... alguien.

Fuera, la gente miraba desde la calle como las llamas consumían todo, asustados por como el humo se elevaba a los cielos. Otros dos autos llegaron, y más uniformados se bajaron de los mismos. Unos dirigiéndose al cumulo de gente aglomerada, con voces asustadas y llantos fuertes. SiCheng miró alrededor suyo, mucha gente extraña lo rodeaba y había dejado su móvil en la habitación de su departamento.

Intentó caminar lejos cuando los hombres de las camionetas comenzaron a tomar personas para analizarlas, tomando los códigos de sus manos sin permiso alguno. Empujó a la gente, tratando de salir pero solo se apretaban más a su alrededor, totalmente en pánico.

Un par de ojos lo miraban desde lejos, el ojo azul del chico de antes parecía brillar con fuerza mientras, siendo ese el color que más resaltaba en la oscuridad. el muchacho le extendió el brazo desde el lugar en el que se encontraba y SiCheng supo que debía salir de allí.

La gente se compactó y apenas podía respirar. Usó sus codos para separarlos y se echó al suelo, arrastrándose entre las piernas de todas las personas, lastimando sus manos y rodillas. Cuando salió, se levantó tambaleándose ligeramente, el muchacho seguía con la mano extendida, y el corrió lo más rápido que le permitían sus piernas.

El edificio explotó en llamas justo en el momento en que SiCheng tomaba la mano de DongHyuck, y este lo jalaba a la oscuridad. muchas personas se asomaron desde los otros edificios, totalmente horrorizadas, los camiones de bombero llegaron poco después, comenzando inmediatamente a menguar las brazas que parecían querer consumirlo todo. DongHyuck esperó pacientemente mientras SiCheng miraba horrorizado lo que estaba pasando.

La alarma no paró en ningún momento y el cielo se nubló por completo.

"Debemos irnos si no quieres que te encuentren."

Sun & Moon [HaeWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora