Capitulo 19

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Ayano llevaba ya cuatro días viajando, esos días empezaban a cansarle ya que su destino aun no daba señales de existencia. Mentalmente se preguntó si la hechicera le había engañado para librarse de ella, pero aunque fuese así no justificaba las buenas acciones que había hecho.

─ ¿Dónde será?

Ya el sol casi estaba por ocultarse entre los árboles, dejando un par de horas de su luz para luego darle paso luego a la oscuridad. Ayano vio un rio a un costado y fue hacia él con la idea de refrescarse y montar ahí su campamento.

─ Esto me ha de servir por ahora

Se arrodillo en la orilla y se agacho para recoger un poco de agua con las manos de donde luego bebió un trago del líquido.

─ ¿Qué es? ─ de pronto creyó oír un grito a lo lejos

Se puso de pie un momento y trató de agudizar sus sentidos, ahí estaba aquellos que no le mintieron a lo lejos se oía un escándalo. Supo de donde provenía pero debía ser lejos pues casi le costaba escucha con claridad. Corrió rio arriba por la orilla del rio, mientras avanzaba se hacía visible cada vez más una luz anaranjada que Ayano asocio con el fuego pues el sol poniente estaba a sus espaldas.

─ ¡ayuda por favor!

Al llegar a un claro vio a un hombre que corría hacia los matorrales huyendo de las llamas pero otro a caballo lo alcanzo y levantando su espada en el acto lo degolló. Ayano vio esa barbarie y sin duda alguna con un cuchillo que lanzo aquel asesino del caballo tumbó.

─ ¿Quién eres? ─ preguntó al acercarse pero en el pecho de aquel hombre la marca del reino Funami se hacía presente ─ soldados de Funami

─ Tu... ─ dijo dolido del hombro donde Ayano lo había herido ─ traidora

Ayano reaccionó cuando otro a caballo trato de lastimarla, con agilidad esquivó el ataque pero el hombre dio la vuelta dispuesta a acabar con ella. Enterrando en la tierra su espada espero hasta que el caballo se acercara, lo agarró del cuello pateando el suelo para levantar su peso y así segundos luego tumbó de una patada al jinete.

─ ¡maldición! ─ gritó él tumbado en la tierra

Agarró su arma pero antes de que pudiera hacer algo Ayano salto sobre él enterrándole su propia espada en el pecho. El otro vio la agilidad y la rapidez con la que esa mujer acabó con su compañero, el miedo pronto le invadió al verla avanzar hacia el con la espada de su compañero en mano y llena de su sangre.

─ ustedes son de Funami ─ dijo ella ─ ¿Qué hacen aquí?

─ solo... solo seguimos ordenes ─ dijo tratando de retroceder

─ entonces ya no vales

─ ¡no espera! ─ grito él rogando por su vida pero nada de lo que dijera pudo parar a la mujer que en un solo movimiento lo atravesó con la espada de su compañero.

Ayano caminó hacia donde había dejado su espada, la tomó y se apuró a subir una colina donde se veía las llamas. Al llegar ahí todo era un desastre, las casas de aquella aldea ardían mientras la gente corría por sus vidas lejos de los hombres que les perseguían. Cadáveres esparcidos por donde sea que mirara y el fuego ardiendo, llantos lamentos suplicas... eso era todo lo que Ayano mas odiaba.

Los soldados la vieron ahí parada moviéndose entre los cuerpos sin vida de hombres mujeres y niños. Uno de ellos le reconoció por su sombra y lo escalofriante de su mirada, trago saliva y un paso atrás dio, mientras los otros le oyeron gritar

─ es... es... ¡es la amazona!

Ayano siguió a paso lento esperando llegar a infringir el suficiente miedo, pero el miedo no importaría ya cuando todos esos hayan muerto.

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