Capitulo 4

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El dolor, la soledad, la angustia, la tristeza...

¿Dónde estaba? Donde estaba aquella niña que con su linda sonrisa, lleno de alegría el corazón de Chitose. ¿Era mentira? Era una nueva forma de burlarse de ella, de hacerla sufrir hasta el cansancio, de reírse de su desdicha, la victima de los desalmados, de gente sin corazón, que solo buscan la diversión en las lágrimas de una inocente niña, quien a diario era víctima de maltratos.

Días fueron los que pasaron, días en los que Chitose esperó a su princesa, rogando que pronto apareciera, que fuera en su ayuda, que con su linda sonrisa, le dijera que todo estaría bien, que nunca la abandonará, que siempre la amará.

Una manzana diaria era su único alimento que la encontraba siempre entre la basura del castillo. Sus fantasías se agotaron con el tiempo, las horas sin sueño, los días en que su única cama fue el suelo el cual pisaba. Su garganta estaba seca, sus gritos de auxilio, solo eran susurros dolorosos, sus piernas no podían mantenerla a ella. Pero sus ojos no perdían la esperanza, que de vez en cuando, miraba hacia el castillo, esperando encontrar a su princesa, pero llenos de lágrimas se dieron cuenta, que aquel ángel solo se burló de ella.

Era tiempo de rendirse, su vestido desgarrado, su ojos hinchados, su pelo despeinado, su corazón destrozado. Todas las señales, en aquel lugar, no, en aquel mundo, en ese donde vive, no existe la felicidad, al menos, no para ella.

Tambaleante se alejó del castillo, mirando hacia atrás de vez en cuando, ella aun tenia esperanza, de que Akari corriera hacia ella y la abrazara. Eso no pasara

Abandono el valle y se dirigió hacia las montañas, una vez ahí le dedico una última mirada al lugar donde nació. Más allá donde las torres del castillo parecieran acariciar el cielo, donde vive aquella niña que le dio tanta alegría y que después le dio la espalda cuando más la necesitaba. Guardo solo lo bellos recuerdos, dejando que los malos se los llevara el viento. Llevo su mano al pecho dejando las lágrimas fluir

"adiós... Akari-chan"

¿A dónde iría?

Ella no lo sabía, pero qué más da, cualquier lugar sería mejor que aquel sitio lleno de gente sin corazón. Solo dejo que sus pequeños pies la llevaran sin rumbo por entre las montañas, atravesando bosques y cada vez que el destino lo permitía, bebía de los pequeños arroyos, pero su cuerpo le pedía más que agua, y es que durante un día entero no había saciado su apetito.

La noche estaba cerca, la pequeña Chitose palidecía tambaleante miro a su alrededor, solo arboles y montañas eran su única compañía. Se dispuso a buscar un lugar donde dormir, cerca de un árbol era su mejor opción, trato de hacer un refugio o al menos colocar unas cuantas hojas verdes en el suelo, las cuales le brindarían protección de algunos insectos, escorpiones, arañas, y serpientes. Recogió varias ramas verdes, pero al tomar la última, sus ojos se encontraron con los de un gran animal que le gruñía. Chitose entro en pánico, retrocedió lentamente mientras ese animal se le acercaba en guardia, listo para dar su mortal ataque, Chitose salió corriendo mientras el lobo la seguía, pero el animal era más rápido y pudo con sus afilados colmillos tomar y desgarrar parte de su vestido, Chitose cayó al suelo realmente agotada, el lobo se detuvo y empezó a rodearla, lentamente como burlándose de ella, que más da, su presa ya estaba asegurada.

"ayuda, Akari, por favor, sálvame" susurro,

Ya estaba agotada de toda esa travesía, se preguntó si fue mala idea y al ver al animal arremeter contra ella, Chitose supo la respuesta.

Cerro sus ojos fuertemente esperando ser despedazada, dejo solo sus oídos escuchar y ser testigos de sus pronto quejidos, pero escucho aquel lobo lanzar un gemido, luego un golpe sordo fue todo lo que oyó. No queriendo ver su realidad se negó abrir los ojos mientras de ellos las lagrimas manaban. El sueño se apodero de ella, la pequeña Chitose cayó sobre la tierra

"Akari..." le susurro al viento esperanzada llevara su mensaje, para que su ángel la sacara de ese sueño

Sus ojos los abrió lentamente, desconcertada solo recordaba aquel lobo que la había atacado, pensó de manera inocente si ya estaría en el cielo, pues solo luz blanca era lo que podía ver. Pero lentamente el blanco se fue apagando dándole paso a un gran número de otros matices. Vio bien todo a su alrededor, paredes echas con troncos, un techo echo de pura madera, una ventana por donde rayos de sol se colaban, algunas cosas en las esquinas, cascos, armaduras de un color oscuro. Se levantó, vio que estaba en una suave cama y el vestido que Akari le había regalado no era más que una simple saya. Torpemente pregunto, con temor

"ho... hola, ¿Dónde estoy?"

No hubo respuesta, pero escucho muy bien que afuera, alguien lanzaba gritos de batalla. Guiada por los sonidos caminó pero muy aterrada en aquel lugar completamente desconocido, se abrió paso por una puerta, luego otra, hasta que de pronto se encontró afuera. Vio una chica de larga cabellera morada cortando leña con una gran hacha. Quiso hacer cualquier sonido para ganar su atención pero...

"Así que ya estas despierta eh... dime... ¿dormiste bien?"

"ss...si"

"eso es bueno" la chica dejo lo que estaba haciendo y volteo a verla, mostrándole una sonrisa para que la pequeña no temiera

"¿quién eres tú?" pregunto de manera inocente

"yo... yo no soy nadie importante, solo aquella que te ha salvado la vida. Deberías pensarlo mejor la próxima vez que quieras andar jugando con un lobo"

"perdón, yo he estado perdida"

"¿perdida?, entonces de seguro y tu mamá te debe andar buscando"

"no... yo ya no tengo a nadie"

"lamento oír eso, pero entonces ¿quien cuida de ti pequeña?"

La pequeña miro al piso negando con la cabeza "nadie..."

La chica suspiro, ella sabe que es perderlo todo y no pudo dejar de sentir simpatía por la pequeña niña.

"¿cuál es tu nombre pequeña?" le pregunto mientras se acercaba a ella

"Chitose" respondió tímidamente

"mucho gusto pequeña Chitose, mi nombre es Ayano" le dijo revolviendo con su mano el cabello de la pequeña Chitose "bien... seguramente has de tener hambre" la pequeña asintió suavemente "bueno... entonces acompáñame"

Cuentos De La NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora