Capitulo 8

138 13 1
                                    


Se puede llegar a sufrir un dolor más grande, que el dolor de tu alma quebrándose, y tu espíritu marchitándose. No

Sus pasos lentos demostraban el nivel de cansancio, el peso extra sobre sus brazos la hacían ya perder el equilibrio. Justo delante de las puertas del palacio ella cayó de rodillas, lentamente deposito el cuerpo de su amiga sobre la tierra frente a sus ojos rojos, y no es que ese fuera su color natural pero el dolor los ha vuelto así. Todo parecía una mentira, pero era real, nadie fue capaz de sobrevivir ¿Por qué ella sí?.

Alguien se acercó, pero ella evito mirar a esa persona, era la reina, que al darse cuenta de lo sucedido lanzo un grito desgarrador, el dolor se había apoderado de ella. Ella lo escucho y agacho aún más su cabeza, se maldecía, no pudo hacer nada, no pudo salvarla. Por su cobardía, la había perdido, su tutora, su amiga.

"¡mamá!" una niña grito y corrió hacia ellas. Ella sabía muy bien quien era esa niña

Ella tomo su cabeza y la sacudió, queriendo alejar todos esos gritos... aquella niña que con llantos sacudía el cuerpo de su madre... ella la culparía para siempre. No lo podía soportar ¿Cómo explicarle a una niña inocente lo ocurrido, como decirle que no pudo hacer nada por protegerla?

Ocultando su rostro bajo sus cabellos plateados Se levantó y se echó a correr, huyo del reino culpándose por lo sucedido, no hizo caso de los llamados, ella se había condenado. Pidió perdón a su madre, a su amiga, a su vida.

Varios meses habían pasado ya desde esa tragedia, pero en el palacio aun ronda el silencio. Pareciera que la más afectada fue aquella niña, pero había alguien más sufriendo casi el mismo dolor.

"Ayano... Ayano" la pequeña niña de diez años, había sufrido el peor de los castigos, su corazón sufrió la pérdida más grande

"Yui..." susurro, sus ánimos no eran los mejores

Eran días en las que ella casi no comía, no hablaba con nadie, no dejaba que nadie se le acercara, solo se la pasaba llorando encerrada en su pequeña habitación. Pero Yui no era ese nadie, ella es para Ayano su más grande amiga, y ahora su ser más cercano.

"ven vamos a jugar" pregunto la pequeña adentrándose en la habitación

"no tengo ganas" dijo Ayano que acostada en su cama le dedicada una mirada vacía

Suspiro algo cansado, se acercó a ella y beso su mejilla. Tenía un sabor salado por las lágrimas que Ayano ha derramado, pero eso no le importaba demostrarle cuanto la quería. Yui se acostó en la cama y la abrazó, deseando que pronto Ayano se recuperara de ese dolor. Al poco tiempo Ayano se quedó dormida, Yui ya no quiso hacer más intentos para levantarle el ánimo pues ya lo había hecho varias veces, estaba claro que no sabía cómo era que Ayano se sentía. Salió de la habitación triste, Yui quería mucho a Ayano, su amistad era joven pero fuerte. Y desde que la conoció siempre quiso ser la causa de su sonrisa, de sus alegría, para Yui Ayano era única.

Como no recordar cuando la conoció, ella y su madre fueron llevadas al palacio acusadas por haber robado. Solo era necesario verlas en tan mal estado, ropas harapientas, sucias y maltratadas. Su madre tenía grilletes en sus manos, y Ayano tenía las manos atadas con una soga.

En ese entonces Yui tan solo tenía ocho años al igual que Ayano. De igual forma su manera de pensar era muy distinta, ya que había crecido en un ambiente lleno de lujos, Yui no sabría cómo era la vida fuera de los muros del palacio. Pero ella no era de mente cerrada, siempre estaba dispuesta a aprender cosas nuevas, ya que ella será la sucesora. Fue por ello que ese preciso día, había acompañado a su madre a la derecha del trono, aprendería por primera vez como es que se dirigía el reino. Yui permaneció en silencio todo el tiempo, miro a su madre y luego a las acusadas, pero más a esa niña

"mi señora" unos de los soldados se dirigió a reina, y apuntando con los dedos de forma acusadora hacia Ayano y a su madre "estas forasteras robaron en la plaza cuatro manzanas y una hogaza de pan, deben ser castigadas"

"¿es eso cierto?" voz firme, demanda superioridad, así era la reina Funami

"si majestad" hablo con una voz muy suave pero hermosa aquella señora "mi hija está muy hambrienta, así que me vi en la necesidad de robar"

La reina se tomó unos segundos para analizar lo dicho por aquella mujer, y a simple vista no parece que estuviera mintiendo. A la reina muchas personas la consideraban cruel, pero era solo eso, la reina no era cruel, solo era justa. Ella determinaba de forma apropiada quien merecía ser castigado y quien no, y la mayoría de personas que la consideraban cruel, eran esas personas a quienes la reina había castigado.

"dime pequeña" esta vez se dirigió a la pequeña niña afligida "¿es cierto lo que dice tu madre?"

"s-si... señora" una hermosa voz fue lo que acarició los sentidos de Yui

Yui nunca dejo de ver aquella niña, había algo en ella que no podría explicar con solo palabras. Mientras la reina empezó a meditar cual sería el castigo adecuado para las forasteras, miro detenidamente aquella bella mujer.

"está claro que son culpables, pues que vosotras habéis confesado el crimen" aunque ese fuera una sentencia directa, había algo más que preocupo a la reina "decirme... ¿de dónde son y a que se dedican?"

"éramos de una colonia de granjeros al oeste" habló aquella mujer "pero nuestra aldea fue atacada por un grupo que se hacían llamar barbaros" noticia que preocupo a Yui, ella empezó a sentir la necesidad de preguntarle a esa niña si estaba bien, si no estaba herida.

"estas mintiendo" todos los presentes miraron atónitos a la reina "es imposible que una simple granjera pueda librarse tan fácilmente de esos grilletes"

Aquella mujer se le dibujo una gran sonrisa, levanto sus manos y todos los grilletes que la mantenían prisionera cayeron al piso llenando toda la sala con un estrepitoso ruido "es ud muy astuta su majestad" al ver que la prisionera estaba libre, los guardias apuntaron con sus lanzas hacia Ayano y su madre.

"deténganse" ordeno la reina a los guardias, estos hicieron caso a las ordenes pero con algo de duda "pequeña..." le hablo a Ayano "tu también puedes quitarte eso" Ayano no tenía grilletes pero sus manos estaban atadas con una soga. Ayano tan solo separo sus manos y la soga se deslizo por sus muñecas y cayó al piso

En ese momento Yui estaba muy asombrada, por el ojo tan agudo de su madre, pero más sorprendida por aquella niña que a tan corta edad, tenía esas habilidades de poder librarse. Yui la había estado observando, y en ningún momento vio que Ayano hiciera movimientos, o forzara las manos para liberarse.

"Ahora que ya están más cómodas, ¿de dónde vienen?" volvió a preguntar la reina

Ayano y su madre compartieron una mirada, esta última dio un paso al frente en medio de un puñado de lanzas que apuntaban a su cuello, más la reina hizo un gesto para que la dejaran acercarse al trono.

"venimos de una tribu de mujeres guerreras al norte del Rio Tanis"

La reina se levantó sorprendida por esos datos tan reveladores, y es que nadie jamás nadie había visto a una de ellas "no puede ser... creí que solo eran leyendas" dijo algo alterada

"no son solo leyendas su majestad" dijo aquella mujer "somos Amazonas"

Cuentos De La NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora