1. De como Naruto se lanza a la oscuridad.

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Los puños lograron hacer una marca en el escritorio donde fue descargada toda su ira, temblaban sus dedos apenas sueltos; aunque el aire corría por sus fosas nasales, el sonido era lo suficientemente fuerte como para escucharse junto con los jadeos y gruñidos que soltaba a segundos. Todos esos pares de ojos le veían expectantes, con sus bocas cerradas, con sus mandíbulas presionadas, con sus manos listas... aunque lo conocían y lo amaban, sabían que estaba inestable. Lo supieron desde que él llegó y lo aseguraron en esa prisión.

-¡NO VAN A TOCARLO!

-Naruto, es un asesino. –intentó razonar otra vez la representante de toda una aldea llena de impúdicos aldeanos que a pesar de tener su salvación ahora, seguían culpando al par de muchachos más fregados de todo ese lugar.

-¡NO LO ES! –y era su energía la que se acumulaba inconscientemente, refundiendo en su mirada todo rastro de piedad a quien se atreviera a tocarle. En su estómago sin embargo, se revolvían bilis y ácidos por no haber comido en dos días y sufrir todas estas terribles situaciones, dejándolo inmerso en un dolor que lo cegaba más.

Esto no es lo que planeó. Bueno, siendo sinceros, nunca planeó nada, su sueño era tenerlo cerca y ya, siempre pensó que su aldea los recibiría como héroes (¡porque lo eran!) y todo estaría bien, lo integrarían de nuevo y vivirían felices siendo el equipo siete una vez más y hasta la eternidad. Ahora se regaña mentalmente. ¡¿Cómo pudo ser tan estúpido?!

Buscó con su mirada al hombre que creía razonable pero la escondió girando hacia el ventanal donde el aire se agitaba presagiando la tormenta, ninguno de los que estaban pensó que era peor que lo que estaban viviendo acá adentro. Uno no puede sentirse tranquilo cuando Naruto es quien está enojado, no tanto por su chakra, sino porque es él. Le han tomado cariño y respeto, una mirada suya los aplastaba contra el suelo, tirando toda excusa, obligándolos a corresponderle como él alguna vez lo hizo. Todos dentro de esa oficina le deben la vida a ese muchacho que no deja de caminar de un lado a otro como león enjaulado.

¡OH! ¡Ya sabían que se pondría así! Ahora no parece tan ridícula la idea de Kiba, bloquear su chakra hubiera ayudado mucho. O quizá empeorado, con Naruto nunca se sabe. Nunca se sabe... y sin embargo, lo intuyen. No saben cómo pero muy dentro de sus seres, están seguros de que lo va a sacar de ahí, lo pondrá en libertad y todos tendrán que agachar la cabeza y aceptarlo.

Pero no es lo correcto.

-Por favor... cal... cálmate, Naruto. –lo intenta con inocencia Hinata mientras una mano suya protege su cuerpo y la otra busca tocarle, darle un contacto de cariño. Naruto la mira, se gira por completo hacia ella y da varios pasos con el seño fruncido, se detiene cuando Kiba la protege con su cuerpo.

-Si no te calmas, tendremos que hacer algo al respecto. –se anima con valentía fingida, todos deben apoyarle, él los mira y resopla antes de quedar de nuevo en medio del saloncito aquel. Su cuerpo tiembla de impotencia mientras un rayo los deja a oscuras unos segundos, luego la electricidad regresa.

-Se le hará un juicio... -le dice Tsunade mientras se sienta, debe darles seguridad a todos.

-¡¿Un juicio?! –le duele las muelas y escupe saliva en sus palabras, la enfrenta de nuevo. -¡¿Un juicio?! –sus manos sostienen el borde del escritorio. Él lo sabe, ellos saben que él lo sabe. Un juicio es tiempo perdido. ¿Quién además de Naruto lo defendería?

Piensa en esto y mira a Sakura, es su esperanza. La mira con anhelo, suavizando sus ojos hasta el punto de no hacerle daño.

-No... no me pidas eso... -es su respuesta, es su sentencia.

Únicamente tuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora