4: Motel el Faro

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Persephone despertó al escuchar la puerta de su apartamento abrirse y se removió en la cama, frunciendo su ceño. Las sábanas olían a Derek y una de las almohadas todavía estaba hundida, sí había pasado la noche con ella. Era la primera vez que alguien, que no fuera ella o Brooke, dormía en su cama. Sí, ella había tenido sexo con varios hombres, pero tenían que marcharse de su apartamento tan pronto culminaban el acto.

Sin embargo, con Derek había sido distinto. Habían recordado los viejos tiempos, se habían saboreado y disfrutado por completo. Al final de la noche, ambos se quedaron dormidos sin planificarlo. Simplemente sucedió. No quedaron rendidos acurrucados, ni nada por el estilo, apenas sus pieles se rozaban en la cama, pero quedaron de forma que si abrían los ojos se podrían mirar fijamente.

—Bien, estás despierta —escuchó la voz de Derek desde el marco de la puerta—. Gracias por ahorrarme el peligro de que me causaras una herida mortal por despertarte.

Persephone gruñó.

—Sí me despertaste. ¿Acaso no sabes cerrar las puertas silenciosamente? —preguntó todavía sin mirarlo. Tenía su cabeza oculta entre las almohadas, intentando recuperar un poco de su sueño. Seguía estando cansada de toda la acción de la noche.

—Tenía las manos llenas —se excusó—. ¿Así es como me agradecerás por traerte el desayuno?

Al escuchar eso, Persephone levantó su cabeza y lo miró. Derek estaba apoyado contra el marco de la puerta, tenía una de sus manos en el bolsillo de su pantalón y la miraba fijamente, con una ceja arqueada. Ella no pudo evitar hacer un gesto de confusión. No estaba acostumbrada a que los hombres le compraran desayuno, cenas sí, desayunos no.

—¿Qué? —articuló, frotando sus ojos para desperezarse. Tenía que asegurarse de que había escuchado bien.

—¿Esperas que te traiga el desayuno a la cama como si fuese tu sirviente? —increpó Derek.

Persa rodó sus ojos.

—Qué humor traes, chucho —murmuró—. Solo dame un minuto.

Unos pocos minutos después, Persephone se encontraba sentada en la mesa del comedor, solo una camisa negra cubriendo su torso y unos vaqueros cortos, mientras engullía la comida que Derek le había traído. Sentía su mirada todo el tiempo sobre ella, seguramente preguntándose cómo una mujer con su figura perfecta podía comer tanto.

—Por cierto, me dijeron que te diera esto —habló Derek, depositando las llaves del bar sobre la mesa—. ¿Brooke Castillo trabaja para ti?

—Sí, ¿por qué no? Es atractiva, lo cual es beneficioso para el bar al atraer clientela, es responsable, inteligente, y confío en ella lo suficiente para dejarle las llaves de mi bar —argumentó, enumerando con sus dedos las cualidades de la única amiga que le quedaba en el mundo.

UNDERWORLD ♛ DEREK HALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora