❝Quizá Persephone era la reina de su propio inframundo, pero no estaba preparada para hundirse en uno mayor y mucho menos con Derek Hale a su lado.❞
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D E R E K x O C
P R I M E R A - C U A R T A
T E M P O R A D A
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Derek Hale entró al bar de mala muerte llamado Underworld sintiéndose completamente asfixiado por la mezcla de olores que invadieron sus fosas nasales. Alcohol, sudor, humo de los cigarrillos e incluso vómito; eso sin nombrar que pudo saber que más de una persona había tenido sexo en el interior. Si no era para nada agradable sentirlos para un humano normal, era aún peor para un hombre lobo. Concentró su mente en bloquear esos hedores y sus ojos verdes recorrieron el ambiente del lugar sin tener cambios en su expresión monótona e impasible.
Pudo ver a las mujeres que le dedicaron sonrisas coquetas desde las mesas de los costados, las parejas teniendo sesiones fogosas de besos en los sillones del fondo, los jóvenes que bailaban restregándose los unos con los otros y los bármanes aburridos de tener que recibir órdenes de tragos tan cargados que no serían capaces de caminar al otro día. Un par de personas se encontraban tiradas sobre la barra balbuceando incoherencias de borrachos con la lengua pesada, siendo completamente ignorados por las personas que los rodeaban.
Soltó un resoplido y metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero negro, escabulléndose entre la multitud. Casi no lo dejaban pasar y una que otra mujer ebria le tocó su torso, haciéndolo sentir incómodo. Derek no era persona de muchos afectos físicos y tampoco le gustaba que lo manosearan desconocidos.
Unos minutos después, pudo localizar aquello que estaba buscando. Mejor dicho, aquella mujer que necesitaba encontrar. Solo había tenido una referencia de ella cuando entró al bar Underworld para hallarla: era la mujer más atractiva del lugar, pero él ya lo sabía.
Ella se encontraba de pie en medio de la multitud donde un tubo de metal destacaba. Meneaba sus caderas de forma provocativa en un ritmo hipnotizante, llevando toda la atención a sus piernas cubiertas por un pantalón negro ceñido y también a su redondo trasero que podría hacerle la boca agua a cualquiera. La forma en la que pasaba sus manos por su cabello negro, el cual caía libremente por su espalda en forma de cascada; era una invitación a desearla, pero no para tenerla.
Pegó su torso al tubo con una sonrisa atrevida y los ojos de Derek recorrieron su pronunciado escote que mostraba el valle de sus senos.
«Persephone», el nombre floreció en su mente. Así como su tocaya, Persephone era la reina de Underworld y meterse en su camino era, literalmente, como entrar al inframundo. No había forma en la que pudiese salir y Derek Hale —de forma irónica— se estaba metiendo en la boca del lobo al ir a buscarla.
En un segundo, los orbes verdes de Derek se conectaron con los cafés de Persephone y una sonrisa traviesa se formó en los labios pintados de un color rojo pasión de la mujer. Sus ojos eran un misterio que no sería capaz de comprender, no demostraban sus intenciones y siempre lucían coquetos y provocativos. Derek apenas tuvo expresión en su rostro y giró su cabeza, dejándole saber que no estaba allí para conquistarla como muchos hombres solían hacer. No, su propósito iba mucho más allá de eso.
