Capítulo 3

5.8K 300 9
                                    

Cuando Ian y la enfermera entraron en la habitación para ayudar a Cindy a dar de comer a nuestro ahora bollito salido del horno, fue mi señal para abandonar la habitación.

Me moría por estar ahí con ella, pero sabía que lo correcto es que les diera algo de espacio y privacidad.

Era un momento especial para ellos, o al menos eso creía yo.

Y para qué negarlo, era una buena oportunidad para volver a casa y quitarme esta peste que cargaba encima, además del vestido para nada acertado de usar en un hospital a las doce de la mañana.

Salí de la habitación cerrando la puerta detrás de mí, con mi cartera en la mano y arrastrando los pies sobre los altos e incomodos tacones.

Las enfermeras y doctores se paseaban apresuradamente por los pasillos, deteniéndose frente a algunos pacientes a contestar dudas con una sonrisa en el rostro.

Admiraba a estas personas. Porque tenían la fuerza suficiente para dar malas noticias, salvar vidas y todo esto en un solo día.

Asentí con la cabeza en dirección a Savannah y Laura, quienes lucían frescas y sonrientes, esperando para poder entrar a ver a Erick.

Al dar la vuelta en una esquina, me choqué bruscamente con el cuerpo duro y fuerte de alguien.

¿Es que estábamos jugando a los carritos chocones hoy?

El desconocido me tomó de los hombros para evitar que cayera y cuando levanté la vista, me encontré de frente a Alex, quién me miraba con una ceja alzada.

Él lucía tan perfecto y guapo como siempre; vestido con una sencilla camiseta negra que abrazaba deliciosamente los músculos de sus brazos y torso y un par de jeans azules colgando de sus caderas y rodeando sus torneadas piernas. Su cabello rubio lo llevaba desordenado y ordenado, todo a la vez, si es que eso tenía algo de sentido. Pero en él se veía sexy de formas inigualables.

No pude evitar pensar en lo asquerosa que yo debía verme en comparación a la magnificencia de su aspecto.

Ni rastros había de la falta de horas de sueño. Porque sí, anoche habíamos hecho muchas cosas, pero entre esas, dormir no estaba en la lista.

Me solté de su agarré rápidamente y con toda la intención de ignorarlo y hacer como si nada, pasé por su lado.

―¿Qué? ¿Ahora vamos a hacer como si nada hubiera pasado? ―gruñó con algo parecido a la indignación.

Bueno, no lo sé. Se siente como algo correcto de hacer.

Me giré para mirarlo con incredulidad.

―Bueno, perdón si eso no es lo que esperabas. Pero es la forma en que se supone que esto funciona ―dije con el ceño fruncido, chasqueando la lengua― No esperes un desayuno en la cama acompañado de un beso de buenos días.

Él me miró con irritación, molesto por lo borde de mi comentario. Pero para qué negarlo, era la pura verdad.

―¿Por qué te fuiste? ―preguntó, decidiendo ignorar mis anteriores palabras y dando un paso más cerca de mí. No retrocedí porque no quería darle la idea de que su cercanía me intimidaba, pero mis vellos se erizaron y sentí la irrefrenable necesidad de poner un continente de distancia entre él y yo.

―Porque, como ya dije, es la forma en que se supone que esto funciona. ¿Les haces esta pregunta a todas las chicas con las que te acuestas? Me parece algo invasivo, la verdad. Solo nos acostamos.

―No, a ellas no les pregunto nada porque no me importan en lo absoluto ―murmuró con voz agria― Es más, suelo ser yo el primero en irme. Pero creí que no debía tratarte como a las demás chicas.

Equal Halves. MADLY IN LOVE #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora