Epílogo

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Solo quiero decirles gracias por estar aquí, a pesar de que a veces he sido la peor escritora del mundo y me he ido sin avisar por unos días. No me van los sentimentalismos, y creo que muchas de las que están aquí ya pasaron por esto en My complement. Solo gracias. Nunca dejo de sentirme agradecida con la vida por tenerlas y tener su apoyo. 

En fin, no hagamos un gran tema de esto, porque todas sabemos que esto no es un adiós. Dentro de poco volveré, y creo que todas saben ya a quién traeré conmigo. 

Espero que les guste; lxs amo a todxs.

Bye.

Desde que tome la decisión de llamar a mi padre... Que extraño se oía llamarlo de ese modo, a un hombre que prácticamente no conocía de nada. Pero después de todo es lo que él era, sin importar qué pasara siempre lo seria. En fin, desde que lo había llamado para aceptar su proposición de conocer a su familia, luego de volver de Francia, no había dejado de tener el mismo sueño todas las noches. Ese estúpido sueño que se supone que todos tienen, pero que hasta ahora yo no había tenido jamás. Aquel en el que caminabas desnudo por el instituto pero eras el único que no se daba cuenta de ello, mientras todos a tu alrededor te lanzaban miradas cargadas de burla, risas pobremente suprimidas y cuchicheos por todas partes. La única diferencia era que en este sueño, mi sueño, no estaba en el instituto, sino que estaba en la casa de mi padre, frente a dos personas que reían estruendosamente, y a mis espaldas, Gerald mirándome de forma desaprobatoria.

Alexander se había reído estruendosamente cuando le había contado sobre mi sueño, y por supuesto, yo le había golpeado por ser un muy pero que muy mal novio. Se supone que tu novio debe calmarte y darte apoyo en los momentos difíciles. Él se reía de mí.

Y lo peor es que si no nos matábamos antes, en algún punto terminaríamos casados. O eso decía el anillo en mi dedo.

¡Hablando del bendito anillo! De solo pensarlo me daba una embolia. No es que supiera lo que era una embolia, pero sonaba lo suficientemente serio para mí y la situación.

En cuanto habíamos aterrizado aquí, luego de unas terribles e interminables horas de vuelo, y luego el infernal aterrizaje, tuve que lidiar con mi madre, Cindy y James, quienes vinieron a recogernos. Ian también estaba ahí, junto con mi pequeño angelito en brazos, pero era un cuento aparte, porque él sí que era normal y no gritó como protagonista de película porno cuando vio el anillo. Primero vinieron los abrazos asfixiantes y besos, mayormente por parte de mi madre, quien estaba histérica desde que la había llamado para contarle de mi mini accidente. Entre sus toqueteos para asegurarse de que su bebé estaba completa y no había perdido una oreja o un brazo en la caída, había olvidado por completo el precioso anillo en mi mano, el cual, por supuesto, ella vislumbró.

Santo cielo, nunca en mi vida vi a alguien caer tan rápido. Y eso no fue nada, mientras mi madre yacía en el piso desmayada por la impresión, y Alex y yo hacíamos lo posible por despertarla, los monstruos que tenía por mejores amigos se apresuraron a levantarme y prácticamente arrancarme la mano en su afán por ver el anillo tan cerca como fuera físicamente posible. Aunque, por cómo se veía, no habría sido extraño que mi dedo hubiera acabado en la cuenca de alguno de los dos, en un intento por verlo aún más de cerca y desafiar las leyes de la física.

Más abrazos vinieron, junto con escandalosas felicitaciones a las cuales no sabía cómo responder, ya que... bueno, no pensaba casarme en un futuro cercano. Solo era... pues un símbolo y eso.

Pero nadie me escuchaba mientras intentaba explicarme, y de paso, ocuparme de mi desmayada madre tirada en el piso, sin olvidar tampoco las miradas de todos a nuestro alrededor. Éramos todo un espectáculo de circo de baja categoría.

Equal Halves. MADLY IN LOVE #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora