Ni siquiera pretendía levantarme esta madrugada, pero tan puntual como Lowell a las tres de la mañana ya estaba despierto.
Me acerqué a la ventana, estaba lloviendo, pero aún así Lowell estaba ahí, sin la manta roja y acostado, la lluvia le daba directo en el rostro y él parecía disfrutarlo, ni siquiera abrí la ventana.
Volteo a verme y se mantuvo observandome por un buen tiempo, en ningún momento aparte la mirada y en ningún momento el apartó la suya.
Dios, como amaba sus mirada, la belleza de sus ojos era como la oscuridad de la noche misma, tan hermosos que me hacían querer estar en ellos.
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31 Noches Contigo
Short StoryAndrew observaba a Lowell todas las noches sin falta desde la ventana de la casa de su abuela. A su punto de vista, Lowell era tan extraño... mira que salir cada noche a las tres de la mañana a la azotea no es nada normal. Quería saber más acerca de...