Capitulo 4

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Es el momento que aún no entendía el porqué decidí que nos acompañara a la cabaña, Fabián había insistido toda la noche en que no era buena idea que Damián se quedase ahí, tarde o temprano lo localizarían y seria nuestra ruina, lo cual no era mentira.

En la mañana siguiente desperté y camine hacia la puerta, quería observar el hermoso prado en el que nos ubicábamos, pero tuve una vista diferente, no pueda decir que no sea hermosa, pero sí que no era la vista que esperaba.

Fabián estaba otra vez sin camisa, sin zapatos y sin vergüenza mirando las nubes, el prado era un bello paisaje, pero se la pasaba todo el día contemplándolo y ahora que lo pensaba ¿Dónde estaba Damián? El dijo que se dedicaría a cuidarlo mientras estuviese aquí para que no contactara con otros.

-Fabián –lo llame- ¿Donde está Damián?

Los ojos de Fabián voltearon a mirarme, al principio parecían agradables, pero luego pareció recordar que le había preguntado por Damián.

-Está detrás de la casa inmovilizado, no podrá mover una sola extremidad.

-No le has chupado la sangre ¿cierto?-lo mire molesta.

-Claro que no, para que chuparle la sangre cuando te tengo a ti –me sonrío y yo me aleje un poco.

-Cada vez que sonríes me pones incomoda –dije algo avergonzada.

-¡Oh¡ –dio un gesto perverso- Así que te pongo incomoda… –hecho una breve risita vil.

-Solo deja de sonreír así… Tengo que darle algo de comer a Damián –su cara se torno algo más molesta.

-Damián esto, Damián aquello ¿Es que no puedes dejar de pensar en él?

Su comportamiento  era muy diferente, él solía ser tranquilo y aprovechaba las situaciones para molestarme o seducirme, pocas veces se ponía serio y normalmente era por seriedad del asunto, pero ahora, estaba molesto y tenía rabia, no es que no lo hubiera notado, pero era probable que Fabián tuviera celos de que no le prestaba atención a él.

-Voy a buscarlo, Mister Celos –le saque la lengua y me fui con una cara alegre a lo que él me respondió aún más molesto.

-Haz lo que quieras –giro su cabeza hacia el horizonte y evitaba mirarme.

Luego de dejar a Fabián solitario, me dio algo de pena, pero de todas maneras fui a buscar a Damián. Lo encontré despierto con el ceño fruncido, como si se hubiera estado esforzando en volver a mover sus extremidades.

-Pobrecito… no puedes mover tus brazos o piernas ¿Me equivoco? –le pregunte.

-Sí, tu amigo me inmovilizo por completo ¿Cómo lo hace? Normalmente solo los monstruos de nivel alto pueden hacer esto en cuestión de segundos y el brillo de sus ojos era muy leve.

¿Muy leve? ¿A qué se refería?

-¿Qué tiene que ver el brillo de sus ojos?

-El brillo indica el poder de estos monstruos que aparecieron hace pocos meses.

-Entonces… ¡Por eso es que Fabián es tan poderoso! –recordé los ojos de Fabián en la oscuridad.

-Pero si su brillo era mínimo, pensé que podría derrotarlo en segundos… Lastimosamente no fue así –se deprimió.

-El brillo de los ojos de Fabián depende de la luz que lo reflejen, en la oscuridad sus ojos brillan como la luna. Es su forma de evitar ser reconocido y al parecer es el único que lo puede hacer.

-¿Qué has dicho?

-¿Por qué le dijiste de mi recurso más valioso para ocultarme? –gire mi cabeza.

Those Green EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora