|Nueva idea|

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—¿Ya sabes quién es?

—No.

—¿Seguro?

—¡Qué sí!

—Pues, abre bien los ojos—dijo Tomás, con tono dramático—. Puede estar más cerca de lo que creemos.

Alejandro rodó los ojos con fastidio. No sabía quién era la dueña de todas las notas que recibía cada día. ¡Había intentado de todo!

Intentó con esperar en su casillero—escondido— y hacerle frente a "Posdata": no funcionó. Cuando estuvo en su casa y sacó sus apuntes, una notita cayó a sus pies. La leyó miles de veces, maldiciendo la bocota de su mejor amigo y su imprudencia.

Trató de comparar las letras de algunas compañeras de clases pero ninguna se acercaba a la delicada escritura de las dichosas notas.

No sabía qué hacer. Hacía poco conoció a una chica, con cabello color fuego y unos pequeños ojos verdes. Era muy amigable, y al instante comenzaron a hablar. Compartieron la clase de Inglés. Su nombre era Nicole Newman.

La última nota que había recibido fue el mismo día en que conoció a Nicole.

Se sentía raro. Extrañaba las notas que la desconocida le dejaba al final de clases. Ahora sonreía un poco más y ya no era tan amargado como de costumbre. Incluso Tomás estaba sorprendido.

<<Tres días>> , pensó Ale, y dejó salir un suspiro mientras guardaba sus libros en su casillero junto a Tomás.

Habían pasado tres días desde que recibió la última nota de Posdata. Y la extrañaba.

Se sentía estúpido al extrañarla. Porque... ¡Dios! Él no es sabía quién era la persona que se estaba robando su corazón.

—¿Y si le dejas una nota?— escuchó la voz de Tomás a su espalda.

—No sé Tom—soltó un suspiro cansado—,si lo hiciera ¿dónde la dejaría?

Se quedaron en silencio, cada uno sumidos en sus pensamientos.

—¡Ya sé!— gritó Tomás con los ojos agrandados. Alejandro quiso reír, casi podía imaginar en la cabeza de su mejor amigo y pequeño foco—. Puedes dejarla al final de las clases en la puerta de tu casillero y cuando ella pase por aquí —porque seguramente lo hará— va a ver tu nota.

Una pequeña sonrisa se instaló en el rostro de Alejandro y sus ojos brillaron emocionados.

—Está bien. Lo voy a hacer.

—¡Así se habla, amigo!

Las personas miraban divertidos a los mejores amigos por los gritos de alegría y emoción que ambos lanzaban.

<<No te escaparás de mí, Posdata>>, pensó Ale, con una enorme sonrisa.

Posdata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora