| Harto|

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Bianca caminaba mirando el piso, pensando. Sabía que Clara tenía razón, era una cobarde. Creía que haciendo esto ella podría juntar el valor para hablar con el chico que le gustaba desde que empezaron el primer semestre de la universidad. 

Se había quedado encantada con esos hermosos ojos y su blanca sonrisa. Nunca pensó que caería tan rápido por una persona y menos que no cruzaran ni una sola palabra. Bueno, solamente los "buenos días" y eso es todo. 

Suspiró cuando estaba abriendo su casillero para poder guardar algunos libros. }

—Decime que ya lo hiciste—preguntó una voz detrás de ella. 

Bianca metió la cabeza dentro de ese pequeño lugar metálico, cerrando los ojos y negando con la cabeza suavemente.

—No puedo.

Sintió que la agarraban por los hombros hacia atrás, sacándola de su casillero. Abrió los ojos y se cruzó con la mirada enojada de Clara.

—Cada vez pasa más el tiempo, Bianca. No jodas—dijo bajito para que los demás no la escuche—. Tenés que hacerlo antes de que sea demasiado tarde.

Clara la soltó cuando terminó de hablar, e inmediatamente se cruzó de brazos, tratando de parecer enojada. Pero la verdad es que ella estaba preocupada por el corazón y la dignidad de su mejor amiga de toda la vida. No quería que terminara mal. 

Bianca sacó algunos libros y cerró su casillero en silencio. Miró de reojo a su mejor amiga y con una pequeña sonrisa le sacó el dedo medio. Clara se sorprendió y comenzó a reír.

—Bueno, no vamos a hablar de este tema ahora—susurró, caminando ambas por el pasillo—. Pero no te penses que te vas a escapar y hacerte la loca.

—Sí, mamá—dijo Bianca, girando los ojos. 

Estaban por llegar a la clase de Biología cuando pasaron por un pilar y sin querer escucharon una conversación.

—No sé, yo digo que le escribas. Total, no creo que nadie saque algo de esto, te tienen miedo—dijo con burla una voz que ellas conocían bastante bien. 

—No.

—Dale, dejá de joder. Después estas vagando como alma con toda la cara triste, los dos sabemos que la extrañas. Aunque no sepas nada de ella, literalmente. 

El corazón de Bianca comenzó a latir desesperado y Clara dejó salir una pequeña exclamación ahogada. No estaban muy seguras de querer seguir escuchando. Claro intentó tomar el brazo de su mejor amiga para continuar con su camino pero Bianca clavó los pies en el cerámico y se soltó del agarre. 

—¡No!—dijo la otra voz con un tono irritado—. ¿Sabés que pasa? Pasa que ya estoy harto, harto de todo. De tus insistencias, de este estúpido lugar, harto de mi vida, y en especial, de la estúpida situación con las notas estas de mierda. 

Hubo un silencio tenso, en los que ninguno habló y mucho menos las mejores amigas escondidas. Bianca sintió cómo arrancaba su corazón de su pecho para estrellarlo contra el piso, destrozandolo. 

—Estoy harto—se podía escuchar el susurro. 

Los pasos acercándose eran cada vez más fuertes. Clara reaccionó rápidamente y tomó de la muñeca a Bianca quien tenía los ojos aguados y le temblaba el labio. Se escondieron más en ese pequeño lugar entre el pilar y la pared de color marrón oscuro. 

Bianca vió salir a un chico con los hombros tensos y el paso apurado. Como queriendo escapar. Se sintió muy mal, solo quería ir a su casa. 

Clara miró con cautela a su mejor amiga. Ambas sabían quiénes estaban hablando ahí.  

Tomás y Alejandro.


¡Hola! Bueno, algo cortito porque tengo que volar a la universidad

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¡Hola! Bueno, algo cortito porque tengo que volar a la universidad. Nos vemos en la siguiente.

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