| Escapar |

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Los pasos de Alejandro eran vagos, lentos y perezosos. Caminó hasta su casillero y sus ojos brillaron al ver un pequeño post-it pegado. 

Lo arrancó y leyó detenidamente lo que decía, cuando terminó se quedó estático, pensativo.

[...]

Tomás buscaba en los pasillos. Abrió la puerta de la clase de Frías. «Nada». Buscó en la clase de Diallo. Nada. En la cafetería. Absolutamente nada.

Vencido, caminó en el último pasillo y ahí estaba. Su corazón latió desbocado debajo de su camiseta de AC/DC. De inmediato, una sonrisa tonta se dibujó en sus labios.

Se detuvo en un pilar para poder mirar mucho mejor sin ser descubierto, pero la culpa lo empezó a invadir. Sabía que ya no podía vivir así, con ese amor oculto desde que era un adolescente estúpido.

Si bien Tomás tuvo novias aún no podía sacarse de la cabeza y mucho menos del corazón a su mejor amigo. Ellos nunca habían tenido ninguna relación, eran mejores amigos desde pequeños y seguían creciendo juntos. Alejandro consideraba a Tomás un hermano, uno molesto pero que quería mucho. 

La atracción comenzó en la clase de gimnasia de tercer año del colegio. Tomás se había quedado en los baños acomodándose las zapatillas esperando a que Alejandro salga para poder ir a su casa. Escuchó la puerta del baño individual abrirse y se quedó mudo y totalmente quieto cuando vió la espalda ancha de su mejor amigo. Se asustó mucho al sentirse raro. 

Los recuerdos de ese día lo habían perseguido sin descanso, Tomás sabía que no era gay, él lo sabía. Pero aun así desde ese momento, su mejor amigo consiguió que comenzara a dudar. Obviamente se guardó todo lo que sentía y trataba de enterrarlo en lo más profundo de su mente, él no quería que por una estúpida confusión su amistad de años se fuera por el caño. 

Regresó al presente cuando escuchó el sonido metálico de la puerta pequeña del casillero. Sacudió la cabeza, respiró hondo unas tres veces, relajó los hombros y retomó su camino como si no pasara nada. 

—¡Ale! Ya estaba por irme—dijo Tomás, acercándose a su amigo—. ¿Pensabas irte?

Alejandro soltó una pequeña risa, negando con la cabeza. 

—No, será mejor que vayamos rápido a ese estúpido teatro antes de que Diallo nos mate.

Entre bromas y risas los mejores amigos se dirigieron al salón de teatro, convencidos de que iban a hacer el rídiculo.

Entre bromas y risas los mejores amigos se dirigieron al salón de teatro, convencidos de que iban a hacer el rídiculo

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¡Buenas! Un poco corto pero es algo c:

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