Cincuenta y Siete

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Narrado

VEEEEEEEEN Y CUENTAME LA VERDAAAAAAAD TEN PIEDAAAAAD Y DIME POR QUEEEEEEEE, COMO FUE QUE ME DEJASTE DE AMAAAAAR.

— ANTONELLA — gritó la profe — Aquí no está en la feria.

— Déjela profe anda triste — dijo la Monse — el no pololo le dijo que quería hablar con ella.

— Uhhhh — dijeron todos

— Monserrat culia — le pegué — quizás me va a pedir pololeo.

Sueña Antonella sueña.

— No se valdría — reclamó — porque el Aaron aún no me pide a mí.

— Que penita me das — la moleste sacándole la lengua.

— Ya po hablando en serio — me miro seria — ¿qué crees que quiere decirte?

— No sé — negué con la cabeza — pero estoy nerviosa.

Y era verdad, mis nervios me consumían, y cuando estaba nerviosa me dolía la guata y quería ir al baño ya veía me hacía justo cuando estuviera hablando con el Joaquín.

No, pero hablando el serio ¿qué me quería decir?, desde ayer que dijo que tenía algo que decirme no volvimos hablar más y eso me tenía demasiado preocupada. ¿Y si se había aburrido de mí? Quizás encontró que era muy pesada, mil rollos pasaban por mi cabeza.

Por fin llegó la hora de la salida y estaba nerviosa.

Camine sola hacia la salida porque la Monse como era del centro de alumnos se quedó viendo una huea para la despedida de los cuartos – o sea nosotros dah.

Desde lejitos vi al Joaquín sentado en una banca, no andaba con ropa de colegio lo que me pareció raro, se dio cuenta de mi presencia y me saludó con un beso.

— Te tinca si vamos a otro lado más piola — me dijo — se notaba que tenía como cara de preocupado.

Iiiiih y si lo deje embarazado?

— Bueno — dije — un poco más allá hay una placita super piola.

— Vamos para allá — dice tomándome la mano.

Paso mucho rato y ninguno de los dos decía nada, el Joaquín estaba como en otro mundo y yo no sabía que decir me sentía incómoda porque no sabía que mierda pasaba.

De repente me abrazo tan fuerte que casi me deja sin aire — ¿Tú sabes que te quiero mucha verdad? — dice.

— Si — dije un poco confundida — y yo también, pero no entiendo que pasa.

Me queda mirando por un segundo a los ojos y luego desvía la mirada y mira hacia el frente.

— Me voy — dice por fin.

— ¿Por qué? — dije asustada — ¿te enojaste?

— No Antonella — apenas rio.

— Joaquín no entiendo.

— Me voy de Santiago — dice triste — me voy a ir a Concepción, en una semana más.

Quede impactada no sabía que decir, la noticia me llegó tan de repente que no supe que hacer, la palabra no me salía solo atine a darle un abrazo.

— Mi papá quiere que estudie en la U de Conce — dice él — mi mamá lo apoyo obviamente ya arreglaron todo, me sacaron del colegio van a cerrarme el año antes y mi papá quiere que me vaya luego para que me adapte y hueas.

— ¿Y tú qué piensas? — pregunté mientras me apoyaba en su pecho.

— En que no me quiero ir — me abraza — quiero quedarme contigo, pero no puedo hacer nada yo no mando.

— ¿Entonces que pasará? — pregunté nerviosa.

— No sé — se encoge de hombros — quiero saber qué quieres tú.

— Quiero estar contigo — le dije — un par de kilómetros no nos va a separar.

— Eres tan linda — dice — te prometo venir a verte cada vez que pueda y hablaremos por Skype y esas hueas.

— Te quiero mucho.

— Yo también — y me da un besito en la frente.

Me daba pena el pensar que ya no lo tendría siempre aquí, que se iba a ir llevábamos algunos meses juntos solamente, ni siquiera estábamos pololeando, pero lo que sentía por él era tan fuerte que podría soportar el hecho de que estuviera lejos de mí.

No sabía cómo funcionaban las relaciones a distancia, pero me iba arriesgar haría cualquier cosa con tal de tener al Joaquín conmigo incluso soportar la maldita distancia que ahora nos separaría.

¿Qué fuimos realmente?  [Chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora