Epilogo: Tu ángel

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Su risa fue silenciada cuando Demmon la arrojo a la cama, el muy vándalo la había echado al hombro y entre la multitud se la llevo, ahora estaban en su casa, su cama y viéndose a los ojos por segundos que se le hacían eternos.

Le acarició el rostro, todavía maravillada de que él estuviera ahí con ella cuando lo creyó ya en el cielo. Marcó con la punta de sus dedos aquellos labios, él cerró los ojos y se dejó mimar por ella, caricias que lo atrajeran poco a poco a ella hasta que se besaron. Un beso lento, suave, uno que le reanimo el alma y la hizo suspirar repetidas veces. Demmon le abrazaba, le acariciaba el rostro y cuando toco los tirantes del vestido ella tembló de pies a cabeza.

— Traes un vestido. – susurro Demmon contra sus labios haciéndola reír bajo.

— Lo traigo.

— ¿Por qué? – él se enderezo, viéndola con adoración mientras baja más los tirantes; el sostén fue el primero en revelarse y después las bragas, Demmon lo retiró con delicadeza de su cuerpo. – Pensé que te gustaba ocultarlas. – menciono, besando una cicatriz de su muslo derecho.

— Tenía una que todos conocían, que en mis ojos se notaría y en mis lágrimas se leería. – se enderezo, quedando sentada frente a él mientras Demmon estaba de rodillas sobre la cama, los dos se vieron y ella juraría que el corazón se le saldría del pecho. – Eras mi herida más grande, Demmon, no llegaste a ser una cicatriz.

— Lo siento tanto por eso...

— No, no lo sientas, entiendo porque lo hiciste. Yo...

— No, Ángel, yo pensé volver, pero las cosas. – negó con la cabeza, se acercó a ella y le abrazo con fuerza, ella se derritió en ese abrazo. – Quería estar contigo, tenía mucho que decirte y...

— ¿"tenías"?

Demmon se enderezo, le acarició la mejilla y se lanzó a besarla, ella no dudo en corresponderlo. Él la recostó en la cama, mimando su cuerpo con caricias y palabras de cariño, todas y cada una de ellas atesorándolas como la primera y última.

Ella se sujetó de la espalda de él, pero al sentir la tela de la camisa gruño. La sujeto con fuerza, rasgo y lo sintió estremecerse, sujetarla de las caderas y la obligo a rodearlo con ellas la cadera. Ella gimió, echando la cabeza hacía atrás, sintiendo los labios de Demmon recorrerle el cuello y el hombro izquierdo, dirigiéndose a la cicatriz que ya no temía ni odiaba, pues había sentido un dolor más profundo en ese lugar.

Su espectacular pantera sonrio contra su piel, le retiro el sostén con ambas manos y se enderezó, dejándolo caer a lado de la cama. Había extrañado tanto esos ojos curiosos y traviesos, esas manos cálidas y fuertes, esos hombros anchos que la hacían babear... Demmon se rió bajo, le dio un beso más y se retiró la camisa, dejándola verlo en todo su esplendor y...

El corazón le dolió tremendo al ver la cicatriz que ahora portaba Demmon sobre el pecho, uno igual que la de ella y no pudo evitar llorar, tocando con delicadeza aquella piel arruinada.

— No...

— Sí, también tengo unas más en la espalda y en las piernas, – se levantó de la cama, retirándose después el pantalón, mostrándole que no llevaba ropa interior, antes de volver con ella a la cama. – pero no me importan. No me dolieron tanto como el pensar que ya no te volvería a ver, ¿y sabes por qué? – ella negó con la cabeza, conteniendo el aire cuando él rasgo sus bragas. – Porque te amo y estar lejos de ti ha sido el dolor más grande de mi vida, porque me di cuenta que habías sanado mi corazón y no sólo eso, también te hiciste con mi alma.

Demmon  (Nuevas Especies 6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora