XXXV

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Tenemos la mala costumbre de buscar excusas
Para no desnudar el alma y no asumir las culpas
Tenemos la mala costumbre de no apreciar lo que en verdad importa
Y sólo entonces te das cuenta de cuántas cosas hay que sobran.



Dicen que la luna estaba enamorada, se enamoró de un terrestre.

Estaba separada de su amado y era incapaz de hacer algo para que él se diera cuenta, dicen que brillaba hasta que el sol volvía a aparecer.

Estaba tan enamorada que le rogó a las estrellas que la dejarán bajar sólo un día, sólo quería que él supiera que ella estaba ahí, dicen que fue tan insistente que las estrellas cansadas le concedieron su deseo.

Bajó sobre las nubes, rodeada por un manto de estrellas, su piel blanca reluciente y su pelo aún más brillante, llegó a la tierra con un vestido blanco y los pies descalzos, sonrió al sentir el suelo bajo sus pies y corrió durante horas buscando a su amado.

Lo encontró muchas horas después, cansada y sin aliento llegó hasta él, no hizo falta que hablara.

Él supo que era especial nada más verla, los ojos le brillaron en un azul intenso, el hombre no la conocía pero reconoció que ella formaba parte de su vida desde un principio, que era algo que le hacía falta, alguien realmente importante.

Las horas que siguieron las pasaron juntos completamente absortos el uno el otro, la luna se olvido de que su tiempo era limitado, disfrutó de su alma gemela, disfrutó de poder tocarlo, de hablar con él y de escuchar su risa estridente.

Estaba tan abrumada por la sensaciones que no supo que hacer cuando llego la hora de marcharse, lloró desconsolada sin poder explicarle nada, lo beso hasta que pudo y cuando el tiempo terminó se deshizo entre sus brazos, dejandole una pequeña piedra blanca en la mano, un trozo de ella, un poco de luz, algo que le recordara que ella era real, que no había sido un sueño.

Regresó a su lugar en el cielo, apagada por la tristeza.

Dicen que él se volvió loco buscándola, que esperaba todas las noches su regreso, dicen que miraba al cielo durante horas, dicen que pidió un deseo.

Deseó poder hablar con ella, hacerle saber que él también estaba ahí, que la quería tanto o más que ella a él, dicen que cayó sobre sus rodillas y le lloró a la luna mientras esta observaba entristecida.

Las estrellas se compadecieron de la luna y le permitieron bajar una última vez, esa noche ambos disfrutaron de su tiempo, de sus cuerpos y crearon algo hermoso.

La luna le otorgó un hermoso regaló unos meses después, un pequeño bebé de piel brillante y unos hermosos ojos azules.

El hombre orgulloso llevo a su hijo todas las noches a ver a su madre, dicen que el llanto del niño pasó a ser un aullido y aquel niño paso a ser el primer hombre lobo.

Su madre orgullosa brillaba con furor desde el firmamento demostrándole que siempre estaría allí.

Años después la luna le pidió a las estrellas otro deseo, quería que su pequeño no estuviera sólo jamás quería que viviese una hermosa historia de amor y así apareció la primera alma gemela.

Nunca lo había entendido, pero ahora empezaba a tomar sentido la historia, ahora que podía decir que se sentía como la luna.

Ghost Drivers (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora