Temprano en la mañana ya se hallaba despierto, se dedicaba a mirar por la ventana viendo a las personas pasar. Un escalofrío recorrió su espina dorsal y él se acomodó entre las mantas hasta dormirse, mucho después al despertar, no supo siquiera cuánto tiempo había pasado. La puerta se abrió dejando ver al moreno con una bolsa en mano, él se dió la vuelta para mirar hacia él.
—Creí que vendrías hasta mañana.— Le miró por encima del hombro.
—Simplemente me apetecía y tenía tiempo.— Se alzó de hombros y se sentó en el pequeño sofá al lado de la cama. Reconocía que era una mañana fría, así que esperaba encontrar aún dormido al otro pero éste no fue el caso. A su lado en la pequeña mesita dejó su celular y miró un momento a su alrededor. Esas lúgubres paredes podían sumir en depresión a cualquiera que se encontrase dentro, menos mal que había encontrado un lugar para hacerse cargo del rubio.
Cuándo el muchacho frente a él en la cama se incorporó notó su mal estado. Marcas de todos los colores en su espalda y cuello asomándose por la delgada pijama del hospital adornaban de manera preocupante su grisácea piel. Tensó el cejo y miró por un momento los vendajes en sus brazos, los cuales parecían recién cambiados.
—Kidd estuvo aquí.— Quien rompió el silencio resultó ser el ojiazul. El moreno por otro lado no podía creer lo que había escuchado, simplemente mantuvo su silencio para escuchar con claridad lo que el muchacho quería decirle. —Después de que te fuiste la última vez que estuviste aquí… Kidd entró por esa puerta… ese mismo día por la noche —Comentó en un hilo de voz, notó que lo quiero dijo no tenía mucho sentido, se preocupó —Yo… uhm… él se fué antes de que pudiera decir algo… así que yo…—Su voz se quebró un poco, había hundido su rostro entre sus rodillas.
La comida en su plato pronto desapareció y el sueño poco a poco parecía vencerle, así que agarró su lugar en las sábanas mientras la enfermera se llevaba la bandeja en manos y salía de la habitación. Mientras comenzaba a perder consciencia encima de la almohada, la puerta se abrió tan agresivamente que él se incorporó de la sorpresa.
El hombre corpulento se acercó amenazante y por un vago intento por defenderse, el pelirrojo tomó ambos antebrazos vendados con fuerza. Se estremeció del dolor provocado pero no intentó gritar o golpearlo, si no que su mirada avergonzada y aterrorizada se cruzó con la contraria.
– Así que ésto es lo que ha sido de ti. – Le dijo con asco en su voz. – Me habría despedido adecuadamente de ti de saber que intentarías acabar con tu miserable existencia. Considera ésto como la última vez que me verás frente a ti, pequeña mierda. – Besó por última vez su rostro, causando una mueca de dolor y odio en el otro.
–Kidd…– Sollozó su nombre cuando el mayor se alejó de su cuerpo y se aproximó a la puerta para tomar el picaporte. Le vió quedarse quieto en ese lugar, pero pronto le dirigió la mirada y le hizo una confesión.
– Quiero que sepas que… ésto es un total desperdicio. – Rió. – Escuché el rumor que serás el juguete de Roronoa a partir de ahora. ¿No es divertido? Mándale mis saludos. – Con una carcajada salió del lugar, él mientras tanto aún en shock llamó a las enfermeras por el dolor en sus brazos y en poco tiempo llegó el doctor preguntándole que había pasado.
—Yo… no me siento bien— Se quejó. —¿A qué has venido?— Se encogió sobre la cama, escondió su rostro con su cabello, así que el moreno no vió sus lágrimas caer. El peliverde dejó la bolsa en la cama y él curiosamente la abrió para ver el contenido. —¿Fuiste a… mi antiguo departamento?—
—Mañana llegaré a recogerte temprano, así que me tomé la molestia de coger algunas de tus cosas del departamento.— Intentó alcanzar su brazo derecho, pero el otro rechazó tal contacto, alejándose de él. —Mira hacia aquí, Sanji.— Pidió. El rubio limpió sus lágrimas y le dejó mirarle a los ojos, aún que uno estaba vendado ante sus heridas, podía distinguir su mirada agobiada.
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Lágrimas De Sangre [SEGUNDA EDICIÓN]
RomanceTodo lo que él había conseguido lo habría perdido por culpa de un pequeño error. Sucumbió ante su verdugo con la cabeza baja confundiendo el maltrato con el cariño que le hacía falta y eso lo había empujado a quitarse la vida poco a poco. Aún record...