Capítulo 7: Reinicio.

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—¿Qué haces aquí, Zoro? ¡¿Estabas siguiéndome?! ¿Cómo te at-

—¿Vas a pedir algo?— Le interrumpió. Zoro alzó el brazo para llamar la atención de la mesera e inmediatamente la señorita se acercó a ellos, probablemente ni siquiera notó la tensión existente entre ellos. Ambos pidieron un té negro para comenzar. Luego de que ella se retirase amablemente con una sonrisa, sólo existió silencio en el ambiente entre ellos.

Notó el leve rubor en las mejillas del otro, “¿Fiebre?” pensó, aún que sus ojos se abrieron como platos cuando el moreno deslizó una tarjeta por la mesa y él leyó su contenido.

—Eso... debería estar en mi habitación.— Ahora también era él el que tenía el ligero color rosa en el rostro. Para cuando volvió a mirar a Zoro, éste golpeteaba la mesa con la punta de sus dedos, como buscando las palabras para lo que diría después. —Zoro…—

—Escucha, Sanji.— El propietario del nombre que salió de sus labios ladeó un poco su cabeza en un signo que le pareció adorable. —Lo he visto… lo ví en tu mirada… ese día.— Intentó hacerle llegar su punto al otro de una forma que ni él mismo entendió, definitivamente agradecía la paciencia que el ojiazul debía tener para ponerle atención y no voltearle a ver de mala manera. —No quiero que pienses que lo que hago es por lástima… ni mucho menos.— Las cejas del mayor se curvaron hacia abajo y su mirada se desvió en un signo de vergüenza al admitir que era eso lo que pasaba por su mente e intentó interrumpirlo abriendo ligeramente sus labios para decirle algo aún que no se lo permitió. —Simplemente yo… no quiero que ésto continúe y también… siento que estoy lastimándote más de lo que era originalmente mi intención.

—No entiendo lo que quieres decir.— Quiso interrumpirlo, las cosas que había comenzado a decir no tenían ningún sentido

—Lo ví en el momento en que te pregunté a dónde irías cuando salieras del hospital, por eso no dije nada más e hice lo que quise después.— Suspiró con pesadez. Sanji revolvió el contenido en la taza una y otra vez para disipar un poco la tensión que sentía. —Entiendo lo que ha pasado antes, así que comprenderé si… no es lo que quieres. Te ayudaré y te daré todo lo que pueda darte, así que…— Notó que el color rojo en el rostro del otro llegó hasta sus orejas mientras sostenía la blanca taza con ambas manos y le daba un sorbo pequeño.

—Ve al punto, por favor.— El vapor caliente que desprendía el té caliente se liberó un momento por los rosados labios del otro y se quedó ensimismado cuando Sanji los repasó con su lengua. Hacía tiempo que no se preocupaba por cosas como esa y ahora que había aparecido alguien que despertaba el interés verdaderamente en su interior, no sabía cómo expresarlo, probablemente estaba quedando como un tonto.

“¿Cómo lo digo con gentileza para que no salgas corriendo?” pensaba una y otra vez, sentía que Sanji terminaría levantándose de su lugar y abandonaría el establecimiento si tardaba un minuto más. —… lo he estado pensando por mucho tiempo… y ahora que estoy decidido… quiero darnos una oportunidad, Sanji. Espero que entiendas a lo que me refiero.

El rubio quedó un momento en blanco, atando cabos. Cuando finalmente lo entendió, ocultó su rostro extremadamente colorado entre sus brazos y bajo la mirada impaciente del otro. Era la confesión más extraña que había escuchado y aún así podía sentir el calorcito dentro de su corazón, más allá de lo que pudiera haber hecho el té negro.

—¿Eres tú… eres tú el que dejaba los paquetes y las tarjetas en la puerta?— Susurró más para sí mismo que como una pregunta para Zoro. Zoro se alzó de hombros y le sonrió un poco diciéndole en un tono agradable y sincero:

—Me pareces un chico muy hermoso—


“Sanji, cariño… mi color favorito es el azul de tus ojos"

Se perdió un momento al recordar ese momento de su pasado, podía jurar que había sentido tan real estar en ese momento de nuevo entre sus brazos. Extrañaba la calidez de sus labios en su frente, su sonrisa al despertar cada mañana y por supuesto… su agradable voz  e increíbles ojos cautivadores.

“¿Por qué me he puesto a pensar en ti en un momento como éste?” pensó y se regañó a sí mismo internamente. Para cuando volteó a ver a Roronoa, éste esperaba inpacientemente una respuesta clara y definitiva.

Sé lo que necesitas y lo que quieres. Yo no puedo dártelo, pero puedo remplazarlo”


Bajó la mirada y al verlo Zoro lo hizo poco después. Miró de reojo a su alrededor y el color rosa carmín en su rostro aumentó. No había mucha gente, las personas que atendían en el establecimiento al parecer estaban algo ocupadas dentro, así que no lo pensó más, alzó la mirada y abrió un poco sus labios para susurrarle.

—¿Podemos salir un momento, Zoro?— El peliverde le dió una afirmativa y ambos se incorporaron, Zoro le hizo una seña a la chica para que entendiese que pronto regresarían y siguió a Sanji hasta estar de frente a él. El rubio le miró un momento con temor, pero pronto se inclinó un poco hacia él con sus ojos entrecerrados y las mejillas sonrosadas para rozar un poco sus labios.

El corazón del menor dió un salto y de la impresión aceleró el movimiento un poco, juró haber chocado su nariz con el rostro del otro, pero eso poco les importó. Sanji se aseguró de no terminar pronto y se sujetó de su cuello, mientras que él le sujetó con amor de ambos costados de su cuerpo, cuyo agarre se intensificó al escucharlo suspirar a mitad del beso.

—¿Eso es un sí?—

—Tu… ¿Qué crees?— Jadeó un poco para recuperar la respiración —Te dejaré intentarlo, marimo.—

Juró por su vida que jamás le había visto sonreír de esa forma. Estaba feliz.

💚💚💝💚💚

—Oh~ eso es inusual.— Dijo Akane con la risa floja frente a la escena que estaba presenciando en la entrada de la gran mansión. Zoro sonrió ante el atrevimiento de su empleada y a Sanji se le subieron los colores al rostro, es decir, ¡Su amada señorita le había visto darle un beso al marimo! “¡Qué humillante!”. Sanji, cariño. Debiste haberte abrigado mejor, pronto habrá una tormenta. Menos mal que han llegado temprano.

—Vimos la tormenta acercándose, por eso… decidimos venir a cenar en casa, Akane.—

—Que poco predecible, Señor. La muchacha caminó despacio hasta la cocina, dándoles las espaldas. —¿Les gustaría el servicio a la habitación?  Si ese es el caso, la cena estará lista pronto.— Ambos entendieron la insinuación de la muchacha y entonces Zoro fue el único en reír y en ir detrás de ella hasta la cocina. Sanji se detuvo por un momento para quitarse su sweter y se tomó el tiempo para llevarlo hasta su habitación.

—¿No dormirás conmigo?— Escuchó desde la puerta de su habitación, Zoro estaba ahí, observandole desde el marco de la puerta. —¿O prefieres que duerma contigo?—

—Zoro…—

—Haré lo que tú desees, no te preocupes. Pero dormir en una misma cama y cosas como esa, son cosas de pareja, ¿Entiendes?—

—¿Oh, de verdad? No lo sabía— Dijo con sarcasmo. Cerró la puerta de su armario y volteó a mirarlo por fin, Zoro se había acercado hasta quedar a su lado pero no había dejado de mirarlo. —De acuerdo…— Sonrió.

Lágrimas De Sangre [SEGUNDA EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora