Capitulo 6: Decisiones rápidas.

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Peinó su cabello hacia atrás y dejó el bolígrafo un momento sobre su escritorio. Talló sus ojos cansados con la manga de su camisa y sus lentes se guardaron en el bolsillo interior de su saco. Cuándo revisó la hora casi inmediatamente llegó su asistente con el café de cada mañana.

Todo ha ido bien, Zoro. Sólo que... no sé si debería decírtelo, es algo delicado.

Me preocupé cuando lo escuché llorar su primera noche aquí, pero no toqué su puerta para no incomodarlo. Aparece aquí con una sonrisa extraña y se pasea por ahí con una expresión decaída. A veces se rasca los brazos y el cuello compulsivamente, como un tic nervioso mirando hacia la nada.

Viene de una situación de abuso, lo sé. Me da mucha pena, me gustaría que estuviera junto a una persona que le hiciera verdaderamente feliz.

Esas fueron las palabras de su empleada mucho antes de que tuviera que irse. Se rascó la nuca y se recargó mucho más sobre su asiento hasta casi caerse.

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Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor y nada más...

El mismo verso cantaremos
y al mismo paso bailarás.
Como una espiga omdularemos,
como una espiga y nada más...

Te llamarás Rosa y yo Esperanza
pero tu nombre olvidarás
por que seremos una danza
en la colina y nada más.

Gabriela Mistral.

Ésta vez era un poema escrito a mano en un sobre de papel que alguien había pasado por debajo de la puerta principal. Suspiró dejándolo en el cajón del buró junto a todas las demás notas. El oso de peluche adornaba su cama, mientras que los otros accesorios estaban guardado en el mismo cajón.

Esa mañana no quiso ni verse directamente al espejo, sólo caminó cabizbajo hasta la cocina. La pelirroja le saludó y el correspondió amablemente pero sin alagos de por medio. Jugó con la comida en su plato dándole vueltas una y otra vez mientras soltaba profundos suspiros. No volvió a ver a la muchacha ese día, no tenía ganas de ver a nadie, sólo quería permanecer con la cara hundida en la almohada.

Horas más tarde la muchacha tocó a su puerta pero no respondió, así que ella dejó un nuevo sobre encima de su buró, además de algo de comer y beber.

💚💚💝💚💚

Ese día viernes despertó con la suave brisa de la mañana. Se incorporó rápidamente y se dirigió a su baño para una larga ducha. Se alarmó al reconocer la sensación cálida que recorría su vientre hasta la parte media de sus muslos y utilizando las caricias del agua mientras se deslizaba por su piel para tranquilizar su rápido corazón.

De su boca comenzó a salir un aliento caliente, su respiración se volvió lenta y su piel se erizó al contacto del agua y la fría pared en dónde apoyó su espalda desnuda. Acarició sus piernas mientras se colocaba debajo del chorro de la ducha.

Intentó resistir al deseo, hacía tanto tiempo que no le había prestado la atención necesaria y aquello estaba sintiéndose muy bien. En esa época que llegaba entre unos cuantos meses su cuerpo se volvía dócil y extremadamente sensible, haciéndolo parecer sumiso ante cierto tipo de personas. Suspiró una y otra vez deslizándose por la pared del baño hasta arrodillarse en el piso.

Lágrimas De Sangre [SEGUNDA EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora