No sabía con exactitud cuánto tiempo había pasado, estaba casi segura de que eran menos de veinticuatro horas, pero era difícil de deducir en ese mugriento lugar.
Al principio se había dejado caer, lloró desconsoladamente sin retener sollozos, nadie pudo escucharla y quizás eso fue lo mejor que podía pasar, cuando sus ojos ya no soltaron más lágrimas sintió que su cabeza le dolía, pero no tenía sueño, así que se resignó a observar aquel lugar.
Parecía salido de una pesadilla, un río extenso se extendía ante ella, impasible, esperaba que no hubieran animales salvajes ahí, la salida se encontraba lejos de su celda, era el único agujero por el que entraba un poco de luz, los barrotes que no la dejaban salir eran gruesos y firmes, por más golpes que pudiera propinarles, no lograba ni moverlos, así que se rindió y se quedó sentada por horas.
Todo lo que estaba pasando era muy irreal, no estaba soñando, a menos que hubiera perdido por completo la cordura, podía asegurar que aquello era real, suspiró y tarareó una canción.
—Psst —giró la vista hacia los barrotes y pudo diferenciar al hombre de la otra noche, le sonrió y avanzó hacia él—
Sacó una llave y abrió la celda, Gardienne sintió por primera vez en ese mundo una felicidad extrema, que pronto se desvaneció ante la llegada de un hombre.
De cuerpo corpulento, piel morena, cabello largo y blanco y unos ojos de un color extrañamente claro, observaba la situación tenso.
—Será mejor que te vayas antes de que de una alerta —dijo sacando un arma de su espalda—
Gardienne tenía el corazón a punto de salirse de su pecho, miró al enmascarado en busca de ayuda, este también la observaba, le dio una mirada de disculpa y lanzó una bomba de humo que la dejó atontada.
Tuvo un ataque de tos que se detuvo al evaporarse el humo, cuando estuvo calmada recordó al gran hombre que estaba con ella, lo observó, había guardado el arma, pero eso no la tranquilizaba, si quería, podía romperle el cuello con facilidad.
— ¿Lo estás ayudando? —Preguntó el faery—
—No —respondió la más baja —Como dije antes, no tengo ni idea de donde estoy, me encontré con él de casualidad y fue amable conmigo, pero ni siquiera sé su nombre —se explicó la chica, esperaba que aquel gigante no estuviera allí para llevarla con la mujer desquiciada—
—Esto quedará entre nosotros, ¿Entiendes? —Gardienne asintió enérgicamente—
El peliblanco le hizo una seña para que lo siguiera y le dio la espalda caminando, Gardienne tuvo que dar pasos rápidos para no quedarse atrás, ¿Acaso la estaba ayudando?
—Nos hemos reunido y decidieron darte una oportunidad de hablar, no fue fácil, así que no desperdicies la oportunidad —habló el hombre mientras subían unas escaleras—
La chica asintió cabizbaja, no sabía de donde, pero debía sacar el valor para hablar y explicarse, no quería volver a aquel lugar, cuando llegó a la salida la luz la cegó por un momento.
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La marca
FanfictionIra, provocó la guerra, dejando un rastro de muerte a su paso. Dolor, fue lo que quedó luego de la tragedia. Desesperación, hizo que muchos, hasta aquella deidad que creían perfecta, cometieran errores. Casualidad, lo que cambió la vida de todo un...