-4- Elecciones decisivas

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Al contrario de lo que creía, al caminar por los extensos pasillos de aquel lugar al lado de Valkyon nadie le prestó atención, como si de una conocida se tratara pasaban a su lado ignorándola, eso la reconforto bastante.


Intentó memorizar todas las habitaciones mientras escuchaba información básica sobre la guardia, como se dividía, quienes lideraban y como se organizaban, era bastante interesante y tenía curiosidad por averiguar más, el faery se divertía bastante al ver como la joven dejaba de lado su timidez, mostrando un lado más divertido e infantil, que quisiera saber más a pesar de lo que había pasado al llegar, sus preguntas continuas y las sonrisas que le regalaba le parecía de lo más tierno.


—He entendido, entonces debo estar honrada de estar en presencia de un líder de guardia —dijo ella al llegar de vuelta al pasillo frente la sala de cristal, hizo una exagerada reverencia a lo que Valkyon sonrió—


—No hace falta tal formalidad, soy uno más aquí, igual que todos, de carne y hueso


—Más carne que hueso, digo, mira esos músculos —señaló sus grandes brazos— Imagino que debes comer como un elefante


— ¿Un qué? —preguntó el más alto confundido—


—Un elefante, ya sabes, de esos grandes con trompas que hacen así —imitó el sonido del animal—


—No he visto nada parecido a eso —dijo Valkyon con el ceño fruncido— Pero ya que lo mencionas, es hora de almorzar, deberíamos notificar a Karuto de tu llegada —dijo eso último con un tono desganado pues sabía que él estaría molesto de gastar comida en una boca más—


—Oh, no tengo hambre —dijo ella cambiando su semblante alegre—


— ¿Sucede algo? —preguntó el peliblanco notando su cambio de humor—


—Olvidamos que Kero me espera en la biblioteca, no quiero que se moleste, parece uno de los pocos agradables, adelántate, y, ¡Buen provecho! —gritó con una sonrisa, Valkyon se despidió con un movimiento de cabeza y se separaron—


Gardienne caminó rumbo a las escaleras, si de algo se pudo dar cuenta en el recorrido era que todos ahí parecían modelos, las ropas que llevaban mostraba bastante y todas las chicas eran dignas de pasarela, se sentía acomplejada.


Ella no era gorda, pero no tenía un estómago plano, y si se comparaba con aquellas mujeres, no era nada voluptuosa, su cabello y ojos no eran de colores brillantes, y su baja estatura tampoco ayudaba, si seguía así su autoestima llegaría más allá del subsuelo.


Llegó a la biblioteca y notó que Kero estaba ahí, intentó disimular y sonrió en cuanto estuvo cerca del chico.


—Espero no haberte hecho esperar demasiado —dijo con vergüenza—


—Para nada, llegas justo a tiempo —agarró un libro de una mesita y lo abrió, sentándose en un sillón—


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