El gran reloj del casino marcaba las 6:30 de la tarde cuando las puertas hacia la clandestinidad fueron abiertas y Yuri subía a uno de los pequeños escenarios donde los Omegas a ser subastados eran exhibidos. Resguardados tras vitrinas tal como simple juguetes listos para ser comprados.
El resto de la noche pasó con una lentitud que carcomía sus sentidos y la cuasi tranquilidad que fingía tener se rompió cuando un Alfa alto y con cara de que había cometido más de un crimen había pujado por tener una noche con él. Pensó que no llamaría lo suficiente la atención como para que lo subastasen, pensó que tal vez sería como esos suertudos Omegas que eran ignorados por los Alfas y pasaban la noche sin ser tocados, pero se equivocó. Aquel maldito Alfa en particular había estado fastidiando a los encargados para conseguir una noche con Yuri, pero según ellos el rubio no era lo suficientemente solicitado por el resto como para ser subastado.
Subir a un Omega para que un solo Alfa pujara por él acabaría con la temática del lugar, le prometieron que si volvía al día siguiente podría encontrarlo en la zona del casino, donde no necesitaba ser subastado para ser comprado, pero ese Alfa lo quería en ese momento. Ofreció una buena cantidad de dinero y ni siquiera hizo falta subirlo al escenario principal para hacerlo oficial.
Tan pronto como los billetes fueron contados Yuri fue bajado de su lugar y arrastrado hasta una gran habitación, atravesando el ostentoso recibidor del hotel. De la nada vinieron las palabras de aquel Beta cuando llegó.
"Las habitaciones solo tienen un acceso y es por la entrada principal. No debes estar por esa zona sin autorización; tal vez tengas suerte y pronto algún Alfa te lleve ahí."
Si bien sintió curiosidad por saber cómo sería la famosa entrada, jamás quiso ir siendo arrastrado por un Alfa con cara de delincuente.
Si bien el hombre no era como esos vejetes desagradables que mantenían los caprichos de los Omegas en los rangos más altos, era del tipo que se veía bastante desesperado por sexo. Lo pudo comprobar cuando sus grandes manos comenzaron a toquetear su cuerpo una vez las puertas del ascensor se cerraron.
Sus pies dejaron el piso tan pronto el quinto piso se dejó ver, pataleó cuando lo cargó como a una princesa volviéndo el camino hasta la habitación tambaleante y algo peligroso.
Todo se volvió alarmantemente real tan pronto las suaves sábanas chocaron con su espalda y más atrás el Alfa cayó sobre su cuerpo. Fue consciente de todos y cada uno de los húmedos besos que dejaba en su cuello y los escalofríos subieron por su columbra a la vez que se apoyaba sobre sus codos y el otro buscaba una nueva posición.
Tembló al sentir caricias en sus piernas que podía jurar que ardían como el mismísimo infierno, pensó incluso que aquellas manos atravesarían su piel en cualquier momento. Se sacudió como una lombriz cuando vio venir un beso directo a sus labios y se escurrió hasta el piso como pudo bajo corpulento cuerpo.
— Aléjate de mí —Uno de sus brazos tomó lugar frente a él, buscando poner distancia entre ellos.
— Venga, que vas a disfrutarlo. Es el sueño de todo Omega ¿no?
Indignado, enderezó su postura y deformó su expresión a una de total desagrado y enojo a la vez que caminaba hacia la puerta, no pensaba aguantar tal majadería. No vio venir el zarpazo que lo hizo caer sobre sus rodillas y apenas tuvo tiempo de alzar la vista cuando su cuerpo estaba en el aire, de vuelta a la cama.
— ¿A dónde crees que ibas, Omega? —Yuri, colérico, hizo todo lo posible para soltarse de aquel agarre, lográndolo luego de varios intentos y corriendo a la puerta tan rápido como pudo— ¿Acaso pretendes ser el ratón? Demonios, me ponía más verte como un gatito, pero ya que insistes.

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Sold
Roman d'amourYuri, descendiente de la más alta casta de los Nikiforov, miembro de la última generación vigente de los Plisetsky. Un Omega. Sabía que los Nikiforov eran capaces de muchas cosas por asegurar su pureza, pero nunca creí que harían algo así.