IV

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Hajna caminó hasta el baño dando tumbos. Se miró al espejo, su reflejo le devolvió la imagen de una chica de 14 años despeinada y nerviosa, con el corazón latiendo demasiado deprisa. Estaba acalorada y le temblaban las piernas, se sentó en un taburete, a punto de caerse, se llevó la mano a la cabeza, le dolía mucho y no podía pensar con claridad. Miró el reloj: Las 3:45 AM. Empezó a ver borroso, y unos segundos después, se desmayó.

Despertó en el suelo del baño por la mañana. Cuando se levantó le dolía mucho la cabeza y se volvió a caer. Recordó la noche anterior. De pronto, sintió otra vez esa necesidad de ver a Thais. Gateó hasta su cama y buscó en el GPS la dirección del bar en el que conoció al chico. No estaba apenas a tres manzanas de su casa, decidió que cogería un urbano y después recorrería el tramo restante a pie. Se vistió y bajó a la cocina, se preparó una infusión y cortó un trozo de bizcocho. La cabeza le seguía doliendo, por lo que tomó una pastilla. Se fue a lavarse los dientes y la cara. Su pelo castaño estaba despeinado y enmarañado, así que terminó por hacerse trenzas. Agarró su mochila y su teléfono y abrió la puerta de su nuevo piso. Se disponía a salir cuando oyó una voz detrás de ella, su madre estaba allí, cruzada de brazos, recién levantada. Hajna se dio en la frente, estaba castigada, no se había acordado. Cerró la puerta con un suspiro, mirando al suelo. Cuando levantó la mirada se encontró con la de su madre, que sonreía con dulzura. Hajna se extrañó.

- Vete a ver a ese chico. - dijo solamente su madre. Hajna enrojeció violentamente, ¿cómo lo sabía? Pero se dio cuenta del favor que le había hecho su madre y cambió la cara. Sonrió y le abrazó. Susurró un gracias antes de cerrar la puerta tras ella. Suspiró y caminó hasta el ascensor.

- Thais más te vale estar en ese banco.- dijo pesadamente mientras pulsaba el botón de 0.

Hajna llevaba no más de cinco minutos andando cuando llegó al banco, se sentó y esperó pacientemente. Por el final de esa calle divisó una figura esbelta que caminaba mirando al suelo, cuando levantó la mirada no tuvo dudas, unos profundos ojos azules se posaron en los verdes de ella. Sonrió ampliamente y le dieron ganas de levantarse y abrazarle, pero se contuvo. Thais llegó al banco y se sentó, con su habitual actitud de superioridad e inexpresividad. Respiró hondo.

- ¿Y bien? ¿Te ha pasado algo sospechoso?- preguntó directamente. Hajna abrió la boca para decir que no, pero la cerró al acordarse del movido sueño que había tenido. Asintió con la cabeza, Thais la miró con interés.

- He tenido un sueño.- dijo Hajna simplemente. Thais desvió la mirada y suspiró nervioso. Hajna se dio cuenta.- No un sueño normal.- añadió rápidamente.- yo era un dragón... dorado.- Thais se sorprendió y le miró con interés. Hajna le explicó todo el sueño con pelos y señales, y Thais escuchó con atención durante todo el relato. Al llegar al final, prestó especial atención cuando Hajna habló de cómo los ojos de los dragones empezaban a brillar y se despertaba sudada y nerviosa. Thais se quedó de piedra al oír terminar el sueño. Hajna supuso que eso significaba que el sueño había sido algo importante, y que los dragones representarían algo. Por que obviamente los dragones no existían, al igual que Urun y todas las criaturas de su sueño. Fijó su mirada en Thais, que seguía quieto y pensativo.

- Oye, ¿te pasa algo?- preguntó algo preocupada por la expresión de su amigo. Thais parpadeó un par de veces y la miró. 

- No. Nada. En absoluto. Es que tu sueño, y la visión... Concuerda con la profecía, pero no es posible que... No, no, no, que estoy diciendo, es prácticamente imposible...- parecía confundido y decía teorías sobre algo que Hajna no entendía en absoluto. Algo de una visión y una profecía. Al rato, Hajna se hartó de escuchar sin entender una palabra.

- ¿Se puede saber de qué hablas?- preguntó algo airada. Thais giró la cabeza y suspiró profundamente, cómo para contar algo muy largo.

- Sé que piensas que Urun no es real, y que todo ese sueño y los dragones tampoco. Pero lo es. Y puedo demostrarlo. Pero ahora quiero contarte la historia de por qué estoy aquí, y la historia de Urun.- hizo una pausa para verificar que Hajna estaba dispuesta a escuchar durante largo rato toda la historia que tenía que contar. Cómo suponía, Hajna le miraba seriamente y atenta a todo lo que decía. Sonrió para sus adentros, y empezó a contar la historia que cambiaría la vida de Hajna.

Hijos de UrunWhere stories live. Discover now