Sostenía una katana, la más afilada de todo Japón, tal vez de todo el mundo. Veía como su reino caía, soldados derramaban su sangre sirviéndole, intentando defender lo que era suyo, miles de personas yacían muertas en las calles, en sus casas, en todas partes. Era todo, su gran dinastía veía su fin, los soldados del enemigo eran más fuertes. Tenían armas más poderosas, estaban mejor entrenados, eran perfectos.
El castillo era ya un tumulto de piedras y él se ocultaba bajo lo que quedaba del palacio, al menos cien enemigos se acercaban por el este, ya no tenía escapatoria. Disparó un cañón, que estalló en el aire, dejando caer cenizas ardientes a su alrededor, en sus tiempos, esa arma era la más poderosa, derretía y quemaba vivos a miles de soldados en segundos. Había ganado guerras usándola, pero ellos... Aquellos infelices usaban cascos de un material que desconocía, resistente a todos sus ataques. Sin más, apuntó la espada, pero no hacia ellos, sino hacia su estómago. Nunca olvidó sus años como guerrero samurái, y en esos momentos menos lo iba a hacer. —Harakiri. —dijo a los cuatro vientos, su voz retumbó en los cascos del ejercito que se aproximaba a él; llenó las calles a las que había jurado protección y entró en los oídos de todos los que se encontraban heridos a muerte. Suspiró y dejó que la fina, pero letal hoja le atravesara, iba a morir, sí, pero no si honor. Nunca moriría a manos del enemigo.
Omae wa mou shindeiru.
Okno (?
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Inktober (for Writers)
Random¡Aló! Este libro será mi primer intento del famoso Inktober, pero una versión para los que habitamos esta plataforma. Los escritores.