La ciudad me agobiaba, el ruido constante de autos, cláxones, gente gritándose groserías unos a otros; robos constantes, ladridos, maullidos, choques, disparos, música a todo volumen, llantos, estornudos, todo. Así que mandé todo lejos, empaqué cosas que consideré importantes para sobrevivir y salí, crucé toda la ciudad, pues del otro lado quedaba el bosque más hermoso que existe en este mundo. Lleno de manantiales, frondosos árboles y animales no peligrosos, o eso creía.
Atravesé el gran muro que nos separaba de la naturaleza, no fue gran cosa hacerlo, los guardias que al principio no dormían cuidándolo, armas en mano, ya no estaban y en su lugar habitaban sólo telarañas inhabitadas. Algo había pasado, eso era obvio, los edificios cercanos al muro, por los que alguna vez era todo un espectáculo observar los paisajes extranjeros, ahora estaban desiertos, abandonados y descuidados.
Sentí una brisa fría al pisar el otro lado, enormes y verdes árboles oscurecían mi vista, el agua que corría por los lagos era dulce, sabía muy bien, así que guardé algunos litros en botellas que había guardado. Pasé así días, comiendo todo tipo de frutas y especias, tomando agua de un manantial y durmiendo bajo la sombra de los árboles. Mi opinión de que vivir en la naturaleza era mejor cambió cuando los vi; fue una noche, la única luz que disponía era la de la luna, para ese entonces ya me había adentrado en lo más profundo del bosque, estaba seguro de que ningún hombre había pisado esas tierras. Descansaba dentro de un tranquilo lago, sintiendo el agua humedecer mi cuerpo y tomándola cuando me daba sed, cuando de un momento para otro, vi una luz a lo lejos, entre dos árboles chuecos, parecía una llama, color amarillo muy brillante; la ignoré hasta que otra apareció, algunos metros del lado de la primera, desde mi ángulo parecían dos ojos, observándome fijamente. Fue en ese entonces cuando me levante, me sentía inquieto, como si fuera observado.
Lo último que vi fue a aquellos árboles ser arrancados por una enorme mano mientras que una creatura al menos cien veces más alta que yo se incorporaba desde las sombras. En ese momento me di cuenta de que, en efecto, esas dos llamas que me observaban eran los ojos de ese ser.
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Inktober (for Writers)
Random¡Aló! Este libro será mi primer intento del famoso Inktober, pero una versión para los que habitamos esta plataforma. Los escritores.