Mi nuevo nombre

27 2 0
                                    

Estaba aterrorizada. No sabía que hacer, no sabía que pensar, no sabía nada. Ni siquiera sabía lo que era en ese instante. Mi vista comenzó a nublarse y alguna extraña fuerza me tiró al suelo. Me había vuelto en una criatura tan poderosa, pero sin embargo, los hombres que me habían transformado en eso me miraban como un niño mira a un león en un zoológico. Me sentí atrapada.

Me desmayé.

Al despertar, me encontré dentro de una de aquellas celdas de cristal. A pesar de que mis fuerzas habían vuelto y me sentía mucho mejor, el miedo permaneció. Parecía que ese miedo siempre había estado ahí. Parecía que siempre iba a estar. Pero iba a ser tan poco, que sería imperceptible. Pero sentí tanto temor, que supe que me atormentaría por el resto de mis días, aunque tal vez no fueran muchos.

Los hombres que vestían batas, ahora no tan impecables, tomaban notas acerca de nosotros. Todos estaban ahí. Mi madre me vio, y me dijo en un idioma que no sabía que hablábamos que todo estaría bien. Sonaba como una maraca. Yo le respondí en el mismo lenguaje que estaba calmada y que pasara lo que pasara, saldríamos de ahí como entramos. Con una pequeña diferencia, ésta vez seríamos libres.

Una vez dicho eso, me levanté y golpeé el cristal tan fuerte como pude con mis nuevos y poderosos tentáculos. Al ver que nada pasó, intenté rasgarlo con mis garras. Nuevamente, nada sucedió, no tenía ni un simple rasguño. El hombre que tenía pinta de líder, me miró, y, riendo irónicamente, me dijo: Qué inocente. Deja de intentarlo. Mejor acostúmbrate a esta celda, porque será tu nuevo hogar. Bienvenida X13ZY.

Yo dije: ¿X13ZY? ¿Se supone que ese es mi nuevo nombre?

Noté que ellos no nos entendían. Lo cual era una ventaja para salir de ahí, pues yo estaba decidida a escapar. El hombre y sus camaradas se alejaron. Todos ellos tenían una chispa de orgullo y alegría en sus ojos. Como un niño que gana la feria de ciencias con un volcán de bicarbonato.

Me recosté abrumada y lloré, cosa que casi nunca pasa. Lloré como si mi vida dependiera de ello. Todo mundo estaba llorando. Hombres y mujeres por igual. Nadie trató de fingir valentía. Sabíamos todos que sería patético y estúpido. Sería inútil. Pude escucharlos a todos. Fue lo más doloroso que me ha pasado. Algo que definitivamente recordaría con melancolía y dolor en mi corazón.

Soy un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora