De nuevo ahí estabas.
Caminaba tranquilamente cuando te vi.
Realmente no me imaginaba volver a verte.
Entonces me saludaste con la mano y sonreíste fugazmente.
Estabas triste, lo podía notar en tu mirada.
¿Acaso ya no sentías lo mismo por mí?
Te devolví el saludo y seguí caminando.
Honestamente, cuánto me arrepiento de eso porque terminé sin ti en mis días.