N U E V E

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Te encontré esperándome en el descanso de las escaleras. 

Abriste tus brazos de par en par y yo no lo hice, aún así, me rodeaste con los tuyos. Sentí la calidez de ti y la esencia que desprendía tu cuerpo.

Cuánta falta me hacías.

—¿Cómo estás? —saludaste. ¿Era posible que me estuvieras haciendo esa pregunta?

—¿Quieres que te acompañe a casa? —fue la pregunta que retumbó en mis oídos. 

Te miré al rostro y seguido respondí que no, mi fuerza de voluntad ordenaba no necesitarte.

Bajé las escaleras y llegué hasta la salida pero antes de avanzar más, volví a ver hacía donde te había dejado y seguías ahí. Perdido.

NUNCA TE VASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora