Más Allá del Concreto

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Berlín, 9 de Noviembre/1989


—Está hecho, ya no lo aguanto más.


Salí de casa con el mazo que compre en la ferretería días antes, pensé que el único que había tomado la decisión de salir a las calles era yo, pero me doy cuenta de que no soy el único inconforme aquí, aunque tal vez sea el único que tenga un motivo más allá del político y del revolucionario, pues ya estoy cansado de tener que estar lanzando aviones de papel con mensajitos a través de ese muro. Quiero besar esos labios de una vez por todas, a ver que tan reales son las palabras por encima de las letras. Te contaré nuestra historia; la conocí una vez que estaba en el punto de control esperando a que mi madre pudiese ver a la suya, y allí estaba ella, la chica más hermosa que alguna vez puede ver, como no podía hablarle sin temor de que un soldado me disparase, en una hoja de papel en forma de avión, le escribí:

«Que hermosa eres. —H»

De allí, lo volvimos una costumbre, ir a un lugar donde no había mucha vigilancia y dirigirnos palabras de amor enviadas por esos avioncitos. Pero ya me cansé de aquello y si ella en verdad me ama, también lo estará. Pensé que los que vendrían eran menos pero aquí hay un sinnúmero de rostros que no puedo contar, ninguno de nosotros se conoce pero tenemos todos el mismo fin. Una voz que habla por un megáfono montada encima del capo de un coche viejo, profesa algunas diatribas sobre la unión de los pueblos mientras todos responden en coro al unísono.


—Derriben ese muro.


¿Y ha eso hemos venido, no? Si estás del otro lado esperándome, mi cometido estará cumplido, si no lo estás al menos cuando lea esto en los libros de historia, sabré que hice algo productivo con mi vida. El mazo comienza a golpear el muro de concreto, mientras las otras personas me siguen la corriente, en el aire se siente el jubilo de esperanza y en mi mente, solo esta la imagen de tu rostro al otro lado del muro, tal vez para el resto solo quieran ver todo esto vuelto escombros, aunque, quien sabe, tal vez alguien también tenga un sueño de amor como el mío. Entre gritos y cantos de libertad, un gran loza de hormigón cae a nuestros pies, se puede sentir el ánimo de victoria en el aire, los hombres se abrazan entre sí, sin importar si alguna vez se habían visto en sus miseras vidas, busco tu rostro en la multitud enaltecida. Y pensarás que esta será otro relato triste en la que no te pueda encontrar, pero este no es ese tipo de historia. Te vi, finalmente, igual de bella que la primera vez y por fin, pudimos besarnos como lo soñamos en aquellas palabras escritas entre los pliegos del papel, puedo decir sin duda, que si me preguntaran si volvería a derribar un muro por volver a tenerte a mi lado, tomaría de nuevo mi mazo y saldría a la calle, a destruir aquello que nos quiera volver a separar.

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