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 El Domingo por la tarde quedé con Ale. Yo llevaba en casa todo el fin de semana metida en la cama viendo Netflix, descansando y bebiendo mucha leche. La resaca había causado estragos entre nosotros. Creo que a Izhan le iban a hacer un lavado de estómago pero al final se recuperó: solo necesitaba echarlo todo y dormir como una marmota veinticuatro horas. De Eric no supe nada, solo que se había saltado el ensayo con su grupo alternativo (un grupo que tenía con dos primos suyos y uno amigo de su anterior colegio, solo los había escuchado una vez, sonaban bien). Paula podía con un dolor de cabeza y Ale no había bebido tanto así que por fin salí de casa y me reuní con ella.

-¿Qué tal acabasteis ayer? -preguntó.

-Buf. Izhan estaba hiper mega borracho, yo no le llegaba ni a la suela del zapato pero tampoco me desencaminaba mucho y Paula..., ya sabes, apenas le afecta si no se pasa mucho. Pero ¡qué más da! Cuéntame lo tuyo ¡ya! -exigí emocionada.

-No pasó nada -mi cara se desilusionó-. Sólo hablamos de cosas que teníamos en común, él de su grupo, yo de mi conservatorio y... Me dijo que le gustaba -mi cabeza gritó de la emoción y se me escapó una sonrisilla-, yo le dije que me gustaba -mi sonrisa se amplificó y mi cabeza montó una fiesta-. Luego nos dimos dos besos y nos fuimos a casa.

Mi cabeza explosionó.

-¿Nada más?

-Dijimos de quedar algún día.

-Queda ya. Queda hoy. Queda ahora.

-No quiero ir muy rápida...

-¡Tía lleváis con la tontería desde hace mil! Ya vale. A ti te gusta. Tú le gustas. Enserio, ¿no lo veis tan fácil como un maldito beso y que la vida os guíe?

-¿Siempre tienes que ser así?

-¿Así como?

-Sofía tú siempre prefieres que la vida decida por ti, te guías más por las indecisiones y la hipocresía que por ti misma. Pues yo no, yo no soy así...

Entonces esa voz volvió e interrumpió el sorbo que le estaba dando a mi batido y nuestra conversación.

-Sí Sofía..., parece que prefieres no tomar parte en tus propias decisiones...

Y ahí estaba él. De nuevo, de la nada, con su mirada intensa y sus palabras tan inesperadas como curiosamente ciertas. Entonces me quedé un poco impactada, Ale sonrió con amabilidad como hace siempre pero también muy extraña.

Él le ofreció la mano.

-Lo siento, os he interrumpido y sin presentarme. Soy Byron. Encantado -su sonrisa parecía muy sincera y formal lo cual me extrañaba aún más.

-Yo soy Alejandra y, siento irme así pero tengo que ir al baño un segundo. Ahora vuelvo.

Y sin más Ale me dejó allí tirada con aquel chico de color tan peculiar que se había entrometido en mi merienda/charla con mi amiga.

-Eso ha sido un poco indiscreto, ¿no crees? -dije mientras se sentaba en el sitio de Ale y apoyaba las manos en la mesa.

-Lo sé, lo siento pero creo que no va a importarle, parece simpática.

-Oye esto es raro, ¿te das cuenta?

-¿Te llamas Sofía? -sonrió, y me gustó tanto su sonrisa al decirlo que solo quería que lo dijese una vez más.

-Y tú Byron -afirmé yo.

Luego estuvo como diez segundos mirándome con una mueca simpática en sus labios y yo no supe qué hacer. Estaba completamente desconcertada. Finalmente me decidí yo a romper el hielo.

-¿Has venido aquí para algo o te vas a quedar ahí mirándome como si me estuvieras estudiando?

-Créeme, me encantaría pero no. Venía a preguntarte por lo que dijiste ayer. ¿Matar fuma? No lo entiendo. He estado pensando en la posibilidad de que fueras demasiado borracha como para darte cuenta de si lo que decías tenía sentido pero no me lo creo. Lo dijiste de verdad. ¿Por qué?

En ese momento, flipé. ¿Enserio se había acordado de mis palabras? Realmente cuando llegué a casa y dormí, al despertarme, pensé que lo había soñado.

-¿Cómo me has encontrado?

-Depende.

-¿De qué?

-Si crees en las casualidades: casualmente ayer me encontré con una chica guapa y misteriosa que me dejó con la inmensa duda de unas palabras suyas y hoy, iba andando por la calle cuando una mosca cojonera me ha distraído y mi mirada se ha dirigido hacia la terraza de un bar donde, casualmente, estaba esa chica. Por otro lado, si crees en el destino: una fuerza imaginaria impulsó nuestras vidas a cruzarse en un determinado momento en el que el alcohol y tus ganas de fumar se dieron conmigo y como el destino no quería que se quedase en un efímero encuentro, hoy nos ha reunido aquí mientras que tu batido frío se deshace a la par que yo te hablo.

Le miré como al loco empedernido de mi barrio, pero sin apiadarme de él.

-¿Tú no tienes muchos amigos, verdad?

-Bueno.

-Oye mi amiga viene ya así que, por favor vete. Has sido muy simpático y te agradezco que te hayas acordado de mí pero esto es un poco raro.

-Dime qué significan.

-No lo entenderías.

-No lo sabes.

Me hizo dudar de mí misma y entonces, por primera vez en mi vida me fié de un extraño que decía cosas bonitas y me permití a mí misma darle una oportunidad para que me sorprendiese. Dentro de mí, no sé ni dónde ni porqué, sabía que me traería problemas y que me gustarían esos problemas.

-Haremos esto: por casualidad el martes me verás y me demostrarás que te mereces saberlo y por destino algo nos unirá ese día y tu instinto te dirá que me sorprendas para que a cambio yo te diga qué significa.

Tiró la espalda hacia atrás y se me quedó mirando pensativo como si analizara una ecuación de física cuántica. Se rascó la barbilla y me contestó muy acelerado:

-Hecho.

Y desapareció.

Nos acabamos los batidos, convencí a Ale de que quedase al día siguiente con Eric y no le conté nada sobre lo de Byron. Cuando llegué a casa y me tumbé reflexioné sobre lo estúpido e incoherente que había sido pero también lo mucho que sonaba como un libro de Nicholas Sparks con una bonita historia de amor. Después empecé a reírme en mitad de la cena pensándolo y se me salió el agua por la nariz. Mis padres me echaron la bronca y dormí muy a gusto. El lunes me desperté con miedo de no volver a encontrarme con él, luego me tomé un zumo de naranja natural y se me pasó.

MÁS ALLÁ DE NOSOTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora