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    La cena fue silenciosa. Su abuela apenas me miraba, más bien, apenas la miraba yo. Tenía miedo de que volviese a pasar lo del sueño. Infundía respeto y coraje, me acobardaba cada vez que levantaba la mirada, la tenía justo enfrente. No había mucha comida en el plato así que acabé rápido, más rápido de lo normal.

    -¿Puedes dejarme el cargador del móvil? El mío lo tiene Paula y tengo que avisar a mis padres -ella me miró como si hubiera dicho un chiste racista, me sentí humillada y no sabía ni por qué.

    -Aquí no hay cargadores -dijo ella con tono furioso.

    -No tengo móvil -me explicó él amablemente.

    -Oh, vaya.

    Devolví mis ojos al plato vacío y decidí callarme y castigarme con un silencio matador. Él debió notar la tensión de la situación porque interrumpió mi silencio con tanta facilidad y encanto que su abuela no tuvo más ocasión que retirarse de la habitación.

    -¿Te apetece subir a la terraza un rato?

-Sí, vale -no sabía cómo decirle que echaba de menos pasar el rato con él allí arriba, allí donde me besó.

Subimos. Cogió mantas y yo una sudadera, parecía que nos íbamos de picnic nocturno a algún sitio del monte pero no. Sin embargo, a pesar de ser cutre aquello tenía un cierto encanto simple pero acogedor, tal y como él era.

-No le caigo bien.

-No te conoce.

-Parece que me odie.

-Ouma es así, en verdad es un amor de persona pero cuesta conocerla. Es un tesoro privado -me gustaba como hacía que todos los pequeños problemas cobrasen encanto, era su don convertir los detalles en especiales.

-¿Ouma es abuela? -asintió.

-Es la única familia que tengo en España.

No sabía si preguntar, tal vez la cagaba, tal vez la fastidiaba y él se molestaba y le volvía a perder. No quería arriesgarme así que me guardé mis palabras. En vez de eso, cambié de tema.

-¿Te has leído Buscando a Alaska?

-No, quería hacerlo al revés que tú.

-¿Por qué?

-No quería experimentar lo que tú sentiste al leer primero uno y luego el otro, quería ver si la sensación era diferente alternando el orden de los factores.

-El orden de los factores no altera el resultado -recordé las matemáticas de la ESO.

-En este caso sí.

-Me gustó el final de Un monstruo viene a verme, no entiendo por qué a ti no.

-Lo escribe como si el hecho de que llegue la muerte fuera el final de la historia -repitió cabreado.

-Es que lo es.

-¡No lo es! O por lo menos no debería serlo. La muerte no significa el final.

-¿Crees en la reencarnación?

-No.

-¿Entonces?

-Solo digo que la historia sigue, la vida sigue, la muerte la acaba pero en términos generales continúa. Las personas asumen los hechos, siguen con sus vidas, mantienen el ritmo de su propia existencia.

-Eso no es cierto.

-¿Por qué no?

-No hay más que muerte.

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2017 ⏰

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