Cortarlas en dos, exprimirlas, hacerlo tres o hasta cuatro veces. Colarlo, esperar a que la pulpa se separe y disfrutar del mejor líquido matinal anaranjado que la naturaleza o el ser humano haya podido crear; uno de mis momentos favoritos, el mejor zumo de naranja recién exprimido... Detalles que anuncian que el día será bonito. Detalles que te hacen pensar en las cosas circunstanciales, inesperadas, diferentes que la vida te ofrece sin darte cuenta. El lunes prometía ser un buen día, pero yo nunca me fiaba de las promesas así que no me desanimé cuando acabó y nada emocionante le había pasado a mi vida. Supongo que antes de la tormenta el mar se siente en calma, supongo que antes del martes hay que pasar por el lunes.
El martes llegó y me di cuenta de que había estado todo ese tiempo luchando en mi cabeza para combatir las ganas de verle de nuevo y el hecho de lo raro y peligroso que sonaba de tercera mano. Pero es cierto que las cosas cambian cuando en vez de verlas, las vives. Lo sientes todo, de otra forma, solo sientes lo que te dejan sentir, lo que ellos quieren que veas.
Izhan y Paula estaban en la piscina de Paula, una vez más, de Eric no sabía nada y Ale y yo íbamos de camino. Ella me contaba lo mágico que había sido su encuentro del día anterior, el sitio a dónde habían ido a tomar un café frío y lo mucho que se había divertido con él. No estaban saliendo pero prácticamente estaban en ello. Yo tenía una duda y quería resolverla.
-¿Crees en el destino o en la casualidad?
Al principio no supo qué contestar, se rió y yo quise parecer más desenfadada.
-No sé.
-Piensa.
-Me gusta creer en el destino, en que todo pasa por algo y hay personas que han nacido para estar predestinadas. Así todo es más bonito, así tenemos el consuelo de que algún día encontraremos a esa persona especial.
No quise reírme en su cara pero me pareció una estupidez. Por desgracia nunca he sabido disimular mis expresiones faciales y me pilló.
-No es que sea absurdo... es que no le veo el sentido. Pero ¡son opiniones! Cada uno piensa lo que quiere.
-¿Y entonces tú crees en la casualidad?
-No.
-¿Uy?
-Nunca lo he pensado, nunca he tenido argumentos para cada uno.
-Pues mi tía piensa que el destino no existe, que es imposible que todo ya esté predeterminado para que pase, que la vida está llena de imprevistos y que no nos podemos atar a una línea que dicta lo que pasará en el futuro, que eso no es real, que somos libres de cambiar nuestra suerte -hizo una pausa-. Pero yo siempre le digo que no necesariamente creer en el destino significa dejar de creer en las casualidades. Hay cosas que pasan porque tienen que pasar, sean buenas o malas, pero hay otras que simplemente pasan sin haberlas planeado. En ese momento no te paras a pensar si han pasado por una razón pero con el paso del tiempo las recuerdas y ves todas las consecuencias que han causado en tu vida y, o bien te han servido para aprender una lección o bien te han hecho más feliz, así que, de algún modo, han pasado por algo que ahora agradeces. Haber crecido o haber disfrutado. No importa, lo que importa es que te das cuenta de que debían ocurrir porque el destino lo ha querido así y porque tú misma te has dado cuenta de que tenían que pasarte.
-Pero...
En ese momento le sonó el móvil. Era Eric. Se fue a contestarle y yo me quedé con las palabras en la boca, en aquel momento yo estaba hecha un lío. Y de la nada, surgió. Surgió él con su particular camiseta negra básica y el resto de su ropa igual. Siempre igual. Estaba serio, más serio de lo normal aunque solo lo había visto dos veces. Busqué a Ale con la mirada y le dije que ahora iría con signo. No sé si me entendió pero me dio igual.
-Me has encontrado.
-Yo no he sido.
-¿Qué?
-He estado pensando que si tanto te costaba explicar lo que significaban entonces era que suponía algo importante para ti y que no a todo el mundo se lo decías. Así que me he preguntado qué podía hacer para merecer saberlo y he pensado en hacer lo mismo. Quiero enseñarte un lugar importante para mí y que no todo el mundo conoce. Sonará raro pero quiero que me acompañes a mi cuarto lugar favorito.
-¿Puedo negarme?
-¿Quieres negarte? -le miré fingiendo pensarlo.
-No.
Sonrió feliz y nos fuimos. Ya era la segunda vez que dejaba tirada a Ale por hablar con aquel chico tan peculiar pero parecía no importarle ahora que estaba tan embobada hablando con Eric. No quería preguntarle nada acerca de dónde íbamos porque no quería ser un cliché y me gustan las sorpresas pero tampoco quería estar todo el rato callados para incomodar aún más la situación.
-¿Puedo preguntarte una cosa?
-¿Tiene que ver con el ajedrez? Porque no tengo ni idea -no me esperaba esa contestación pero me hizo gracia a pesar de haber sido un poco estúpida.
-¿Por qué te llamaron la atención mis palabras? Es decir, una tía borracha y con el rimmel corrido te dice una tontería y tú te acuerdas de ella durante todo un fin de semana. Eso no es muy normal.
-¿Es una tontería?
-Bueno, no. Para mí no pero eso depende de lo que opines cuando te lo cuente. Aunque primero necesito que me convenzas de que te mereces que te lo cuente.
-Lo haré.
-¿Qué pasará cuando te lo cuente?
-¿A qué te refieres?
-Cuando me lleves a ese sitio y cuando te diga lo que significa... ¿qué harás? Solo me estás llevando a tu cuarto lugar favorito para saber el misterio de dos palabras y en cuanto lo sepas nada de esto tendrá sentido. Seremos dos extraños que habrá coincidido en la vida para traspasar información y después seguiremos con nuestras vidas. Sin más.
-¿Es lo que quieres que pase?
-No lo sé. ¿Y tú?
Me miró medio sonriendo y yo me quedé a la espera de una respuesta. Hubo algo en sus ojos, otra vez esa mirada intensa acompañada de su media sonrisa.
-Ya queda poco para llegar -dijo.
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MÁS ALLÁ DE NOSOTROS
Teen FictionLlegados a este punto he de confesar que para contar esta historia hemos ido más allá de mí, más allá de ti. Más allá de las posibilidades. Más allá de la verdad para aprender el saber y, sobre todo, el sentir.