#03: "Stranger"

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Diciembre 31, 2016. Marsella, Francia.

El teléfono no dejaba de sonar y una mujer corrió a atender.

—   Allo?  ... Je regrette , C'est de la part de qui? ... ah! Ne quittez pas, je vous la passe. Jimin décroche le téléphone!

El nombrado salió del baño y bufó avanzando hacia el teléfono de la pensión. Tomó el auricular que la chica le tendía y se lo llevó al oído.

—  Allo?  ¿huh? ¡Taehyung! Dios, ¡Cuánto tiempo ha pasado! ¿Cómo estás? 

Taehyung era un amigo que Jimin hizo cuando llegó a Francia. Se conocieron en un festival de música, y se hicieron amigos al ser compatriotas. Jimin no lo había visto desde que regresó a Corea hace seis años, aunque siempre se daban una que otra llamada telefónica, y este era a quien Jimin consideraba más como su mejor amigo. Taehyung lo había llamado para saludarlo por las fiestas atrasadas , para desearle un feliz año y también para avisarle que iría a Francia al iniciar la primavera porque se iba a casar. Jimin no pudo estar más feliz por su amigo, pero tampoco pudo evitar sentir una punzada en el pecho al oír sobre la boda justo en ese día del año. Sus recuerdos estaban muy frescos a pesar de haber pasado doce años desde lo ocurrido. No había sido capaz de contárselo a nadie. Ni siquiera a Taehyung. Y aún llevaba las sortijas de oro con diamantes incrustados colgando de una cadena en su cuello. Porque Patrick había llegado a Francia después de una semana y le había dado el anillo de Tony en una cajita de terciopelo azul. 

Lloró su pérdida por un largo tiempo. Se sintió vacío. Apagado. Deprimido. 

Cuando llegó a Francia, no sabía qué hacer. Había aprendido lo básico del idioma gracias a Tony, en el pasado. Pero su pronunciación no era la mejor. Y eso le frustraba porque su comunicación era limitada. Jimin se preguntaba por qué Tony había decidido que se lo llevaran ahí y no a otro lugar en donde pudiese sentirse más cómodo. Pero Jimin ya no tenía a Tony a lado para reclamarle. 

Patrick y Stan le habían dado un sobre lleno de documentos que él no entendía muy bien. Pero le dijeron que actuase ahora como si viviese en aquel lugar por un largo tiempo. 

Pero ¿Cómo hacerlo cuando apenas podía hablar con alguien?

Jimin no lo entendía. Pero si eso era lo que Tony quería para él, estaba dispuesto a arriesgarse. Porque Tony amaba el lado arriesgado de Jimin. 

Con los años, Jimin logró parecer un residente más. Con una nueva vida, nuevos amigos, nuevo "yo". Se estaba quedando en una pensión desde ya hace varios años, y se llevaba bastante bien con la familia del lugar. Acogían estudiantes y trabajadores independientes e incluso a viajeros que se quedaban un par de días en los cuartos pequeños. Jimin se había acostumbrado a ellos, y no estaba en sus planes el mudarse a otro lugar. A sus 35 años, trabajaba como artista. Pintaba cuadros y los vendía, y también cantaba con un grupo pequeño de tres personas presentándose en festivales y distintos eventos. Taehyung había admitido ser un fan cuando se conocieron. El grupo de Jimin era bastante bien recibido por las redes sociales de casi todo el mundo, y a pesar de la fama que habían conseguido con su música, se negaban siempre a firmar contrato con alguna empresa mayor. 

Taehyung, por el contrario, trabajaba ahora para una empresa surcoreana como compositor y también cantaba. Y hace tres años que su relación con el coreógrafo Jung Hoseok había sido revelada, a pesar de llevar cinco años juntos. Taehyung estaba demasiado feliz por su compromiso. Y habían decidido casarse en Francia, porque Taehyung era bastante amante del romance. 

Jimin no podía estar más feliz por su amigo. 

Tras una llamada de casi hora y cuarenta y cinco minutos, y una conversación inconclusa, Jimin se terminó de alistar para ir a entregar tres de sus cuadros que habían sido comprados hace unos días. Los colocó en sus estuches y despidiéndose de Marion, la dueña de la pensión, emprendió viaje al centro de la ciudad en donde había quedado con su cliente. 

Su cliente en realidad era un coreano que había llegado a Francia hace un par de meses. Y no había podido dejar escapar la oportunidad de comprar tres obras de su artista favorito. 

Según el correo, su cliente se llamaba Min Yoongi. Jimin sabía que sería relativamente fácil reconocerlo entre la muchedumbre. Y en efecto, así fue. 

Jimin observó a un hombre de rasgos asiáticos, con el cabello negro, la piel pálida y que lo miraba apenas había entrado a su campo de visión. 

Eran las cinco de la tarde, y la gente estaba algo inquieta por la celebración de esa noche. 

Y cuando logró llegar hasta donde su cliente. Se saludaron con una sonrisa. Jimin debía admitir que el hombre era apuesto, bastante apuesto. Y tras intercambiar los cuadros por las boletas de depósito del dinero a su cuenta bancaria, su cliente le invitó a tomar algo antes de que el caos del año nuevo los golpease a todos. Jimin aceptó. Porque no tenía nada mejor que hacer esa tarde, porque su cliente era guapo, y porque si regresaba a la pensión, lo más probable era que se encerrase en su habitación como casi todos los años y recordase el día de su boda. 

  — Entonces, ¿Son ciertos los rumores? —  había preguntado Yoongi una vez que sus bebidas estuvieron en la mesa junto a dos porciones de tarta. 

Jimin arrugó un poco el ceño confundido. 

— ¿A qué rumores te refieres? — preguntó extrañado.

Yoongi señaló con la mirada el par de alianzas colgantes en su cuello. Jimin no supo realmente cómo responder. Se suponía que su vida antes de llegar a Francia había sido considerada como un misterio ante todos.  Y nunca se había enterado de ciertos rumores como mencionaba su cliente. 

—  Las redes sociales dicen que estuviste casado. ¿Es cierto?

Jimin no supo responder. Realmente que no. El hombre acababa de tocar una fibra sensible de su ser. En un día bastante nostálgico. Y Jimin suspiró, porque a pesar de que habían pasado muchos años, su pecho seguía doliendo cuando pensaba en Tony. 


Liar  Liar {YOONMIN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora