¿Cómo se encendió el fuego?

38 1 0
                                    

Nunca supe como, realmente fue una especie de luz interior que salió de mi, decidió que prenderse era la mejor idea y eso hizo.

"Estas en mis venas" rezaba esa canción que por octava vez sonaba en ese bar. Era el octavo día consecutivo que iba a aquel bar a tomarme mi octava cerveza. A las 2:47 de cada día sonaba esa canción. Yo no entendía porque, pero probablemente aunque preguntara, nadie lo sabría.

Esa noche la cerveza me sabía diferente. Era una mezcla de sabor amargo y picante. Miré la cerveza y estaba rojiza, me sangraba la nariz.

Con mi propia manga me limpié y me tomé la caña de un trago. Intenté levantarme para buscar a esa rubia que siempre estaba al final de la barra esperándome, pero no la vi.

¿En serio hoy no estaba?¿Porqué no cumple como todos los demás días?

Joder, yo solo quería lo de cada noche. Me frustré y decidí ir hacia el tío que había tras la barra.

-¿Dónde está mi rubia?

-¿Quien?

-La rubia de todas las noches, idiota!

-Pe-perdone pero no se de quien me hab...

-Joder Enzo, la rubia de Andrea!

El camarero reaccionó poniéndose serio, tragando saliva y mirando sobre mi hombro. Justo atravesaba la puerta. De la mano del mismísimo Andrea, uno de los generales del ejército más conocido de la ciudad.

-Mierda- susurré.

Me giré, saludé amablemente a Andrea quitándome el gorro y bajando el torso. A La Rubia solo la miré de reojo, pero la noté nerviosa. Si algún día el General se diera cuenta de lo que pasaba entre los dos, nos mataría con la misma espada que llevaba envainada en la cintura.

Una vez pasado ese mal trago decidí que quería seguir bebiendo aquella noche. No solía hacerlo, con mi cerveza y al terminar aquella canción del bar, me metía en la cama, hasta el día siguiente a las 2:47 de nuevo.

Salí de ahí y entré al bar contiguo al del que acababa de salir, e inmediatamente fui hacia la barra. Me senté. Habían dos chicas preciosas en sus mejores galas a mi izquierda. Me metí en su conversación, sin ser eso muy típico de mi, pero apenas entendí nada porque iba bastante bebido. Solo recuerdo recibir un golpe en la nuca y cerrar los ojos, cerrando mi boca al chocar y mordiéndome la lengua.

Sabía a sangre de nuevo, por segunda vez aquella noche.

Al despertarme noté cierto calor en los brazos, en el cuello y en la frente. No podía ver nada, pensé que me había quedado ciego, pero unas manos frías me hicieron dar un respingo y las sábanas mojadas de agua caliente que había encima de mi rostro y brazos se cayeron.

-Eh, ¿Qué haces tú aquí?

-Te estoy salvando, León, calma...- me dijo La Rubia tumbándome de nuevo sobre la cama donde estaba.

-En serio, ¿Dónde estoy?

-¿No te suena? Pensé que tras estos ocho días te acordarías de mi cama, o al menos de mí.

Estaba en su habitación, rodeado de su perfume que olía a lilas y amapolas, todo junto, como una explosión de olores abriendo mis sentidos. Su cama de raso estaba intacta, mientras yo parecía haber sido arrollado por dos ejércitos y todas sus caballerías.

¿Por qué estaba ahí? ¿Dónde me había encontrado y por qué en ese estado? Cuando pude acostumbrarme a la poca luz que había en esa sala percibí que estaba una de las muchachas que vi en el último bar en el que estuve. La Rubia dándose cuenta de eso, la hizo acercarse.

-Es Claudia, la mejor amiga de Enzo, el camarero de "Le Cheval Bleu".

-¿El.. camarero? - miré a Claudia, y bajé la cabeza, me sentía avergonzado.

Ella vino hacia mí y me cogió la mano

-Fue Andrea, vio como la miraste a ella - señaló a La Rubia- y se pensó lo peor al ver vuestras caras, pero tu secreto está a salvo conmigo.

-¿Pero tu le has contado a Claudia lo nuestro...?- pregunté confuso- pensaba que nadie iba a saberlo.

La Rubia vino hacia mí, casi graciosa, me besó sutilmente la mejilla y me dejó ahí, en la oscuridad, reposando, siendo consciente de por que poco no nos habían pillado, esta vez.

Respiré lo más profundo que podía, pues llevaba una faja alrededor del torso, probablemente me habría roto algún hueso de las costillas, pues dolía. Imaginé que habría pasado si Andrea nos hubiera pillado o mucho peor, nos hubiera descubierto, él mismo, en alguna de nuestras noches...

Mejor ni pensarlo.

Me tocaba descansar hasta que pudiera ver como solucionar esto.

El gran ciclo lunar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora